30.11.07

Hoy me baño. Me quito la mugre. Esa suciedad que me dejó la madrugada. Y abro los ojos y, sin voz, me siento mejor. Al menos estamos vivos. Todos. Aunque por dentro, el hecho de presenciar ciertas cosas hace que muera un poquito con cada recuerdo. Y las lágrimas resbalan y caen. Y debo bañarme de nuevo. Para quitarme la mugre. La inmundicia.

La niña del bigote

¿Y cómo haces...?

¿Y qué haces tú cuando tu vida se resume a depender de casos fortuitos de causa y efecto? ¿Qué haces cuando tu vida depende de otro que tiene un arma con la que te apunta sin tener conciencia de la importancia de sus actos? ¿Qué pasa cuando tu vida depende de otro al que sólo le importas por las cosas de valor que puedas tener y que signifiquen ganancias para él? ¿Qué haces cuando eres víctima del "hampa juvenil" a la que sólo le interesa robarte por juego o por quedarse con cosas materiales?

Nada.

No haces nada. Callas y obedeces. Te muerdes la lengua. Te tragas tu impotencia, tu arrechera, el dolor, la tristeza, la fuerza, la valentía. Te tragas todo eso, más tu orgullo. Porque de tragártelo, o no, también depende tu vida. Te tragas las náuseas, la enfermedad que te produce vivir el día a día en una ciudad como ésta. Te tragas la psicosis que puedes llegar a tener, por y por los demás. Te tragas toda la mierda, porque tus ganas de vivir son más fuertes. Porque obviamente quieres hacer más de , de tu vida.

¿Qué haces cuando lo que quieres es cerrar tu casa, tirar la llave y largarte a otra parte donde puedas vivir en paz, con algo de dignidad, donde la gente tenga algo de respeto por tu vida, donde no seas el "musiú", donde tu vida no dependa de un caso fortuito de causa y efecto?

Nada.


De nuevo. Te tragas tus ganas de que ésto mejore, porque sabes que no será así, sino al contrario. Porque sabes que ésto sólo va cuesta abajo y en pendiente. Porque sabes que todo será aún más mierda y más nauseabundo. Porque sabes que nadie respetará tu vida, al menos no la gente de ese tipo. Porque sabes que el que te apuntó, morirá de un disparo de otro más arrechito que él. Te tragas tus ganas de sentirte venezolano porque, en momentos como esos, reniegas de tu país, de tus ideales, de tus esperanzas.

Te tragas todo. Así de sencillo. Cierras los ojos y quieres algo, al menos algo digno y bueno, quieres una vida, aún sabiendo que no la encontrarás aquí. Te tragas tu nacionalidad, lo que piensas, lo que crees. Te tragas a la inmundicia de ciudad en la que vives. Te tragas la inmundicia de su gente.

La cosa está en que quieres seguir viviendo, pero ves que todo, absolutamente todo, se resume a irte de esta mierda de país...así de sencillo.


La niña del bigote

27.11.07

Divagando sobre la raza humana # 20 - De la aventura del coñazo

Si algo he aprendido con la poca edad que tengo, es que las relaciones humanas son, en general, muy difíciles de entender y sobrellevar. Más aún aquellas que se tejen entre hombres y mujeres.

Me gusta ver los fracasos amorosos como los golpes. Verán, cuando uno se da un golpe, la primera reacción es decir quinientas mil barbaridades y palabrotas, sin pensarlas realmente. Luego, si el golpe fue muy duro, uno llora sin consuelo, sobretodo si hay una herida que bota sangre.

Hay ciertas relaciones que se superan con puntos y gasas. Esas son las más fuertes. Luego de que los puntos se sacan o se caen, generalmente, viene la fase del morado, que luego se convierte en verde y después en amarillo. Esos son los residuos del coñazo. Si. Hay heridas, por otra parte, que dejan cicatrices que siguen doliendo durante algún tiempo posterior al golpe, dependiendo del clima o de los roces.

Todos caemos. Todos tropezamos y, eventualmente, caemos. Nos damos nuestro golpe o nuestro gran coñazo. Sangramos, maldecimos, lloramos, nos curamos poco a poco, lidiamos con la vergüenza y la pena del morado, verde o amarillo, lidiamos también con las cicatrices, tanto las internas como las externas, esas que nos hacen sentir diferentes. Porque la vida, a su manera, nos ha dado un golpe más.

Es algo así como "la aventura del coñazo", como me gusta llamarle, porque es nuestra aventura, nuestro coñazo, nuestra vida.

Siempre habrá gente alrededor para cuidarnos el efecto del golpe, también estarán aquellos que nos juzgarán por habernos caído, por no haber visto lo que nos haría tropezar, por no haber seguido consejo, por no haber tenido la suficiente cautela o precaución. También estarán los fijones, esos que mirarán el golpe y se irán a hablar, por allí y por allá, de todos los pormenores del asunto, como grandes conocedores del tema. ¡Bah! esos si que no saben un carajo.

La cuestión es que es nuestro coñazo, de dos o de uno, pero nuestro al fin. Sólo nosotros sabemos qué pasó realmente y sólo nosotros aprenderemos a llevar la cara bien en alto, a pesar de todo. Sólo nosotros sabremos cómo lidiar con el golpe, sus efectos y nuestros sentimientos, así como con las cicatrices, visibles o no, que pueda dejar.

Eso si, todos tropezamos, la cosa es levantarse y caminar a pesar de querer cojear. Después de todo, siempre habrá gasa, alcohol y curitas para el "durante". Porque las relaciones y sus fracasos no son más que grandes coñazos.



A la Mari Magenta. Porque sé que tu coñazo, que es mitad magenta y mitad verde, sanará pronto y te hará ser más sabia. Con tu propia aventura tendrás un mapa más dentro de tu carpeta de cosas aprendidas. Pero pequeña, aún nos quedan caídas y mucho más por aprender. Un beso enorme ¿eh? ¡Se te quiere! .

La niña del bigote

26.11.07

Por correr muy rápido, tropecé y caí.
Ahora sólo queda levantarse, con calma.

Luego, emprender el camino una vez más.
Aprender a caminar es lo más difícil.

Ya después, podré volar al lugar que más quiero.



La niña del bigote


Estoy aquí sin estarlo

Estoy aquí. Si. Puedo ver, puedo sentir. Estoy viva. Estoy viviendo, pero sin vivir realmente. Es como una sombra que yace en el fondo de un cuerpo que no recibe luz. Con vida, pero sin espíritu. Latente, si. Viviente, si.

Estoy pero no quiero estar. Quiero estar a mil y un pasos lejos de aquí. Lejos de lo que hoy es. Lejos de lo que soy hoy. Lejos de lo que son los demás hoy. Lejos de esto que hoy siento. Lejos de todo lo que he dejado de sentir.

Quiero estar estando, sintiendo, viendo, viviendo, respirando. Algo mejor. Eso que quiero. Quiero correr. Mucho. Muy lejos. Muy rápido. Con pasos más grandes de los que puedo dar.

No quiero pasar más tiempo así. No quiero seguir en este estado. No quiero extrañar. No quiero sentir lo que siento. Sólo quiero volver a ser yo. Esa que sentía. Esa que escribía. Esa que reía.

Porque hoy estoy aquí sin estarlo. Sin querer estarlo. Queriendo estar millones de metros más allá. Hoy estoy presente y ausente al mismo tiempo. Presente y ausente en mi mismo cuerpo. No quiero estar donde estoy, no quiero ser lo que soy, ni ver lo que veo.

Quiero ir, ver, sentir más. Más. Quiero más. Más de mí. Más de todos. Más de todo. Porque ya no quiero sentir que estoy aquí sin estarlo.


La niña del bigote

23.11.07

Por tu gran mirada en todo momento

Desde hace nueve años estás conmigo. Mirándome al levantarme todos los días. Mirándome al acostarme todas las noches. Dándome tu mirada. Y aunque no puedas leer ésto, porque probablemente no está en tu idioma, debo decirlo porque lo escribí pensando en tí.

Desde hace nueve años me has dado calor, también alegrías y molestias. Me has acompañado cuando he estado sola entre las cuatro paredes de la casa. Has sido compañera de desayuno, de almuerzo, de cena, de meriendas, de gula, aún sin sentarte conmigo en la mesa.

Este agosto te convertiste en mi compañera de tesis. Pasabas todo el día a mi lado mientras yo tecleaba una y mil veces en el computador. Estuviste durante todas las llamadas, las transcripciones, los desvelos, las lágrimas, las alegrías, las mentadas de madre, el coraje y, finalmente, la felicidad.

Has sido mi fiel acompañante. Mi confidente. La que guarda mis secretos. La que no cuenta mis travesuras, ni mis defectos, ni mis malos hábitos. La que no me juzga (al menos no con palabras que puedo oír). La que siempre tiene una nariz fría para ofrecerme. La que nunca me negaría un beso (con seguridad puedo afirmarlo), la que se acerca sin temores cuando me ve llorando o riendo. La que dormiría en la cama conmigo todas las noches, de poder hacerlo si yo te dejara.

Porque tus ojos y tu mirada me fascinan. Porque eres mi mejor compañía. El mejor regalo que me pudieron dar en la vida. Porque, para mí, eres infinitamente hermosa. Porque amo tus rulos salvajes y tu presencia por la casa, aunque la ropa pague las consecuencias.

Porque me encanta despertar y verte dormir a mi lado. Plácidamente, sumergida en un profundo sueño, como si nada ni nadie pudiese perturbarte. Porque amo verte correr de lado, torcida. Porque amo tu cola, aunque en realidad no tengas. Porque, para expresar gratitud, alegría o felicidad, mueves sin control la mitad de tu cuerpo. Porque te amo incluso cuando apestas.

Samy, porque desde hace nueve años amo tus patitas y uñitas sonando sobre el piso de nuestra casa. La tuya, la mía. Gracias por tu nariz fría en mi cachete. Por tu gran mirada en todo momento.

La niña del bigote

¿Tu no? ¿Jamás? ¿Por nada? ¿Por nadie?

¿Nunca has sentido eso? ¿Seguro? ¿Nunca has sentido esa caricia que suele estampar la brisa en tu rostro, en plena tarde de sol, en plena noche de lluvia?

¿Realmente jamás la has sentido? ¿Esa presencia interna que nos acompaña adonde quiera que vamos y en lo que sea que hagamos?

¿No pararías tu rumbo en el medio del camino? ¿Por nada? ¿Ni siquiera por el simple hecho de admirar el dónde estás parado, lo que ha quedado atrás, lo que has dejado y lo que falta por venir?

¿No has hecho eso por nadie? ¿Eso para lo que pensaste no tener el valor o el coraje suficiente?

¿Seguro?
¿Tu no? ¿Jamás? ¿Por nada? ¿Por nadie?

Pues te tengo una noticia: ¡Es la hora!

La hora de sentir las cosas que trae el mundo para nosotros, lo que nos brinda, lo que nos ofrece sin pedir nada a cambio. Eso que está aquí sin hablar. Para ti. Para mí. Para todos. Hoy. Mañana. Cualquier día o cualquier noche. Sin que importe el lugar o el momento.

Es hora de sentirte a ti dentro de ti. De sentir a otro dentro de ti. De sentir a todos dentro de ti. Porque no se está solo. Porque siempre hay algo o alguien que nos acompaña.

Es hora de que te detengas. Sólo por un instante. Para la marcha de tu motor. Párate en el medio de tu propio camino y siente tu vida. Lo que has hecho de ella, lo que ella ha hecho de ti. Siente lo que dejaste, lo que tendrás. Siéntete con un poco más de vida. Con energía. Admira lo que has hecho y lo que aún queda por hacer. Eso que deseas y sueñas hacer.

Y si no has hecho nada por nadie, es hora de que tengas el valor. Es hora de que tomes una bocanada de aire, de que llenes tus pulmones, de que respires y, con coraje y aplomo, hagas eso que ni tú mismo esperas hacer.

¿Que si estoy segura? Claro que si. Completamente. Nunca he estado tan segura.

Yo si. Muchas veces. Por sentirme más viva y creer más en mí. Por los que importan: ustedes, tú.


La niña del bigote

19.11.07

Es extraño, pero te extraño

Hasta hace poco, solía tener la creencia de que no se podía extrañar lo que nunca se había tenido. Ahora lo pongo en duda. Una vez más debo tragarme mis creencias y asimilarlas de otra manera. Ahora creo que si se puede. Porque no se trata simplemente del hecho de "tener" físicamente, sino interna y espiritualmente.

Cuando uno siente que tiene algo, se siente, valga la redundancia, especial, diferente, afortunado, libre, feliz, invencible.

Sin embargo, cuando ese algo desparece o deja de estar, todo cambia. Todo. Se disipan los sentimientos anteriores, quedando uno en un estado comatoso de decepción, de tristeza, de extrañamiento, un estado vacío y solitario por demás. Y, de alguna u otra manera, si se extraña lo que se tenía. Eso físico, mental o emocional. Si se extraña y mucho.

Raramente la gente piensa en el poder que se tiene sobre los demás, sobre sus estados de ánimo, sobre sus sentimientos, creo que quizás es porque no estamos conscientes de nuestra importancia en la vida de esos otros que nos importan, de esos otros por los que nos preocupamos, de esos otros a quienes queremos a pesar de las distancias que nos separan, a pesar de las personalidades tan diferentes que nos caracterizan, a pesar del hecho de poder, o no, decir un "te quiero" fácilmente.

Y es que ésto es para . Si para . Tú sabes quién eres y por qué te extraño. Ya te lo he dicho, aún sin deber hacerlo. Te extraño mucho. Porque ahora sé que se puede extrañar eso que nunca se ha tenido. ¡Y vaya que se puede!

La niña del bigote

13.11.07

Hoy aprendí que tu silencio es el arma que más daño me causa, lo que más lentamente me mata.

12.11.07

Llueve

Llueve afuera, pero la brisa despierta esos sentidos que, hasta hace poco, estaban sumidos en un profundo sueño. Despierta mi vista y quiere mirarte, hoy, siempre. Despierta mi olfato, para atrapar tu esencia en mis recuerdos. Despierta mi tacto, mis manos quieren sentirte, mi cuerpo quiere tocarte, plantarse al lado del tuyo. Despierta mi boca y sólo quiero besarte, mientras despunta el día, mientras veo tu cara sobre mi almohada, mientras pasan las horas conmigo entre tus brazos, mientras intento verte en absoluto silencio, con intensa calma, para saber que estás aquí y ahora, para sentirte a mi lado mientras transcurre el tiempo, mientras llega la noche, esa que me hace adentrarme en el mismo sueño, ese en el que llueve afuera y adentro y en el que la brisa despierta esos sentidos que, hasta hace poco, estaban sumidos en un profundo sueño.

La niña del bigote

Después...Después de sentirte

Después de sentirte, se me hace difícil olvidarte, sacar ese recuerdo de mi mente, sacar tu imagen de mi alma.
Después de sentirte es imposible pedirle a mis manos que no te extrañen, que no extrañen tu tacto.
Después de sentirte, quiero besarte. Sentirte más.
Después de sentirte, se me hace necesaria una respuesta a ésto que tanto me pregunto, a esas ideas que se anidan en mi mente.
Después de sentirte, y también de no sentirte, me hace falta una esperanza, esa que me haga continuar andando, esa que me haga creer que todo tiene solución y que todo es posible.
Después de sentirte, quiero cuidarte, que me cuides. Que seamos dos sumados en uno sólo.
Después de sentirte, quiero soñarte.
Después de sentirte no quiero olvidarte, pero se me hace difícil esperarte sin tener claro hacia dónde andamos, sin tener preciso lo que debemos dejar en el camino, lo que debemos estar dispuestos a renunciar, a aceptar.
Después de sentirte no quiero sentir más que tu cuerpo junto al mío.
Después de sentirte sólo quiero seguir sintiéndote.

La niña del bigote

Divagando sobre la raza humana # 19 - De las relaciones humanas

Qué complicadas son las relaciones humanas. Como yo las veo, son un cúmulo de causas y efectos. De cosas implícitas y explícitas. Una recopilación de lo que se dice, lo que no se dice, lo que se omite, lo que se calla para siempre.

Toda relación, con cualquier persona, sea amigo, familia, conocido o pareja, está plagada de situaciones difíciles y extremas. De decisiones que pueden afectar, como de hecho lo hacen, cualquier rumbo que se tome.

Me parece en extremo difícil entender a la gente y sus relaciones. Comprenderla sin juzgarla, sin criticarla. Es extraño saber que siempre habrá un otro, por distante o cercano que sea, con quien se debe establecer un contacto de cualquier tipo. Y es que es así, porque el hombre, por muy independiente que sea, no nació para estar solo.

Sin embargo, hay momentos en los que debes plantearte hasta dónde le dejas conocer al otro sobre ti, sobre quién y cómo eres, hasta qué punto le permites entrar en tu intimidad, para apreciarla o ser parte de ella. Ahora bien, el problema está en cuando esa persona forma parte de nuestra vida, porque es difícil sobrellevar relaciones con los otros. El saber interpretar lo que quieren decir cuando lo dicen, el analizarlo de la forma en que pudieron haberlo dicho o el significado que eso pretendía tener. Pero, sobretodo, me parece dificilísimo el aprender a descifrar silencios, lo que se calla, lo que se dice con una mirada, sin usar ni una sola palabra. Ese silencio con el que, en ciertas circunstancias, debes aprender a vivir. Esas acciones y situaciones que pasan, o dejan de pasar, y te afectan aún sin poder evitarlo.

No entiendo cómo trabaja eso del entendimiento. De decodificar los misterios que cada quien lleva escondidos dentro de si mismo. Se me hace muy difícil entender las cosas que no conozco. Y las que conozco trato de usarlas como experiencias para tratar de comprender al otro, de darle sentido a lo que hace, a lo que dice, a lo que piensa, a lo que calla.

Sin embargo, como buena hembrita que soy, pienso más de la cuenta, casi siempre para mal o en contra de mi misma. Quiero saber todo, sin importar (en un primer momento) lo que pueda dolerme y después armo berrinche. Busco las respuestas sin importar si no son de mi total agrado, sin importar que me hagan daño y después armo berrinche de nuevo. Llevo varios años en esto y aún me parece muy complicado eso de entender a los otros que nos rodean, a ese otro con el que comparto mi vida, lo que pienso, lo que siento.

Las relaciones humanas las sigo viendo como algo complicadísimo de lo cual debo seguir aprendiendo, aún cuando en el camino sigo dándome cuenta de que no sé nada.

¿Será que alguien aprende algo de mí?

La niña del bigote

7.11.07

Enredo. Mente. Cuerpo. Alma.

Alegría. Desmedida. Descontrolada.
Alivio. Respiro. Cansancio. Agotamiento.
Nervios. Gran enredo en el estómago.
Felicidad. Amor. Calor. Sentimiento. Risa.
Ansias. Quiero. Siento. Deliro. Alucino. Imagino. Sueño.
Orgullo. Lo que hiciste. El detalle. Lo que hice. Lo que queda por hacer.
Agradecimiento. A todos.
Paciencia. Espera. No desesperes.
Suerte. Conocimiento. Entrega.
Valor. Coraje. Fuerza. Ánimo.
Responsabilidad. Dedicación.
Tristeza. Lágrimas que salen y salen. Río que se forma en lo extenso de mi cara.
Nostalgia. Lloro. Pienso en tí y lloro. Quisiera que estuvieras aquí.
Amor. Cuánto te amo.

Mamá...¡cuánto te extraño en este momento!

La niña del bigote

2.11.07

¿Cómo alguien puede ser tan optimista y pensar así?

A ver, cuando me baño suelo pensar en cosas sobre las que podría escribir. Es como mi momento primario de inspiración. Un momento de catársis, en el que todo lo malo se va con agua y jabón para dar paso a algunas ideas.

El caso es que, bañándome hace un rato, pensé en una canción de John Mayer, en su letra específicamente. Sé que a muchos varoncitos, de los que yo conozco, no les gusta John Mayer, pero sus letras y su música son algo distinto, al menos para mí.

Esta canción me impresiona por la letra, porque no entiendo cómo alguien puede ser tan optimista, con respecto a la vida, y escribir algo así. ¿Cómo puedes saber que el miedo es ese amigo que es incomprendido? ¿Cómo sabes que la vida no es un plan macabro entretejido sólo para hacerte sentir bien o mal en una ruleta de emociones que cambian constantemente?

Creo que pienso demasiadas tonterías a veces. Pero eso no importa ahora. Aquí está la letra que tanto me asombra este instante...

The heart of life

I hate to see you cry
Lying there in that position
There's things you need to hear
So turn off your tears
And listen

Pain throws your heart to the ground
Love turns the whole thing around
No it won't all go the way it should
But I know the heart of life is good

You know, it's nothing new
Bad news never had good timing
But, then your circle of friends
Will defend the silver lining

Pain throws your heart to the ground
Love turns the whole thing around
No it won't all go the way it should
But I know the heart of life is good

Pain throws your heart to the ground
Love turns the whole thing around
Fear is a friend who's misunderstood
But I know the heart of life is good
I know it's good


La niña del bigote

Un poco de todo, un poco de nada

He estado leyendo mil y un cosas últimamente, para tratar de olvidar eso que me tiene tan nerviosa, eso que tanto me estresa y de lo que, definitivamente, no hablaré ahora.

El caso es que tengo un cúmulo de lecturas, de letras, de escritos y de pensamientos de otros (que a veces coinciden con los míos) metidos en mi cabeza. Desde poesía, pasando por letras de canciones, en inglés, en español, hasta noticias de lo que pasa en el mundo y paro de contar.

He leído varios blogs bastante interesantes, de gente con la cual me identifico (a pesar de no conocerla, ni haberla visto en mi vida) y los cuales he agregado, poco a poco, a la lista de la derecha. Además, me compré un libro, el cual cada vez que lo leo me hace sentir más y más bruta, perdida en un mar de letras y puntos que no comprendo...¿Hará falta que lo lea con un diccionario al lado?

En fin, he leído artículos interesantísimos de una directora y guionista de cine español, cuyo nombre no diré porque soy egoísta y no quiero que el secreto se difunda por la red y después hayan mil idiotas tratando de copiarse la forma en que ella escribe, para ser catalogados de "intensos". He leído también mi monografía, tantas veces que creo que si la leo de nuevo explotaré, pero debo hacerlo aunque no sea algo que me agrade mucho en estos momentos.

He intentado escribir. Borrar el ocio. Matar el tiempo. Pero no es tan fácil. Por eso me he dedicado a leer las palabras de otros, los pensamientos que dejan salir sin vergüenza alguna. Eso que dicen o escriben por desahogarse. Y resulta que he entendido que no toda la gente es una mierda (OJO: igual creo que la mayoría lo sigue siendo), pero el hecho de que haya gente con algo de cerebro que le permita expresarse, es algo que me hace sentir bien. El saber que no sólo hay cerebros huecos y vacíos moviéndose al ritmo de reggaeton o soportando un peinado ridículo o pensando en cuántas mujeres se conseguirán en una disco o en todo el alcohol con el que ahogarán sus pocas neuronas y con el que vaciarán sus bolsillos. El saber que hay gente que no piensa como el común, me hace sentir bien.

Personalmente, creo que una de las cosas más sabias es poder escribir tratando de reflejar lo que se siente en momentos determinados. Así sea sólo una línea, una frase, una palabra. Algo que deje al descubierto cómo nos sentimos. Algo que nos deje fluir, drenar. Al final siempre habrá gente que, como yo, indague por aquí y por allá, en sus tiempos libres o de ocio o mata estrés, buscando leer algo interesante, algo con qué identificarse. Gente que piensa o intenta pensar en algo más profundo, didáctico y con más sentido que cualquier letra insulsa y vulgar de una canción de Daddy Yankee escuchada en cualquier autobús.

En fin, pura palabrería loca y de sobra para decir que me gusta lo que leo en los espacios que leo religiosamente cada semana.

¡Es todo!

La niña del bigote

1.11.07

Divagando sobre la raza humana # 18 - De cuando te equivocas

Muchas veces me odio a mí misma porque, por tratar de ser diferente a los demás, a esos que detesto y que desprecio, en ocasiones, soy peor que todos juntos.

Mi lema de vida, desde hace algunos años, es: "No le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran". Creo que siempre debemos ponernos en los zapatos del otro antes de decir o hacer algo. Algo que pueda perjudicarlos, algo que pueda perjudicarnos.

Pero no siempre el sentido común está de nuestro lado. ¡Qué va! Al fin y al cabo, somos humanos y cuando erramos, generalmente, metemos la pata hasta el fondo. Al menos ese es mi caso. Trato de no hacer nada malo, nada que perjudique a otro, sin importar si es mi enemigo. Pero cuando la embarro, la embarro en grande. Quizás es porque me presiono mucho tratando de no hacer mal, pero cuando resbalo, la caída es más fuerte y, sin duda alguna, mucho más dolorosa.

Lo peor es cuando esas caídas involucran gente que realmente te importa, gente por la que te preocupas, gente por la que sientes muy adentro. Ahí si que es fea la cosa.

Creo, particularmente, que no hay nada peor que defraudar a alguien, decepcionar a alguien, maltratar emocionalmente a alguien. Aunque, por lo general, el maltratado también termina siendo uno (si de verdad eres humano y no un insensible de los que abundan en las calles). El que se siente como una ñoña termina siendo uno.

Hoy siento que no importa cuánto trates de no lastimar a alguien, siempre habrá algún herido, así se trate de uno mismo. Y vaya que el dolor es grande. Uno se siente chiquitico, como si fuera menos que todos, como si fuera menos que la nada. Al final terminas siendo peor. Peor que esos a los que detestas.

Yo no quiero equivocarme más. ¿Será esto posible? No. ¡Demonios!, es que soy humana y sé que aún me quedan muchas más metidas de pata. Qué terrible esa sensación de saber que, hagas lo que hagas, aún quedan muchos errores por delante, errores por cometer, personas por lastimar, aún sin querer. Qué feo es sentirse feo para con uno mismo, por sentirse mala persona. Que feo es despreciarse y odiarse a uno mismo. Sentir que ya no hay nada qué hacer, sentir que la situación se te escapa de las manos. Que rompiste no sólo un plato o una taza, sino la vajilla completa.

No quisiera fallar. No quisiera tener que equivocarme más. Pero, ¡carajo!, es tan difícil. Si tratas de no lastimar a uno, terminas lastimando a dos, con el plus de lastimarte a mismo. Se convierte en un 3 x 1 pues. Y después dicen que la vida es bella. ¡Si claro!

La única solución que le veo al caso es dejar de tratar de ser diferente a los demás, por eso de la teoría que dice que los extremos siempre se unen. No trataré de ser diferente, para así no ser peor que ellos, que los que están afuera.

Simplemente hay que seguir los lemas de la vida, esos que son muy propios, y estar muy, pero muy, al tanto de que siempre nos equivocaremos, siempre existirá esa posibilidad, siempre alguien podrá resultar herido, ese alguien y tú mismo. Pero no se puede hacer más. La vida, como yo la veo, es un gran riesgo, mayor que saltar de un edificio.

¡Qué gran ñoña! ¿no?

La niña del bigote