30.10.07

Desinflada

Hoy me siento como un tubo de pasta dental acabado, aplastado, vacío y sin nada más que dejar salir de sí mismo. Me siento desinflada como un globo nuevo, como un globo viejo. Vacía. Sin aire. Y es que, en definitiva, debo estar loca, no hay otra explicación. Debería estar feliz, contenta, victoriosa. Pero no. No me siento ni remotamente así. Ninguno de esos adjetivos sirve para definir mi estado de ánimo de hoy.

Me he quitado un peso de encima, he completado el primer paso de la misión final. He vencido todos los obstáculos que aparecieron, hasta ahora, en el camino. Pero sigo sintiéndome vacía, triste, cansada, agotada.

Hoy me hace más falta que nunca el ver a mi madre, el darle un beso, el que me de su beso de siempre, que me tome entre sus brazos y me diga que me quiere, el sentir su calor, el calor de madre. El ver su sonrisa, el sentirla orgullosa, por mí, por ella, por esta parte de nuestra victoria.

Me siento vacía porque ella no está y triste por la espera que tengo a la puerta, por saber que ahora estoy en las manos de otros, de sus decisiones. Me angustia el saber eso. Me angustia el saberme sin mi madre en esta batalla. El saber que aún quedan varios pasos por andar antes de llegar al verdadero final. Me angustia el sentir que algo puede salir mal, que un mínimo detalle puede acabar con todo.

No aguanto los nervios. Quiero salir corriendo. Dejar todo. Abandonarme a la incertidumbre. Pero no puedo. Sé que no debo. No se nada tanto y por tanto tiempo para luego desertar en la primera tormenta, mucho menos para morir en la orilla.

Sin embargo, sigo sintiéndome vacía, sin nada entre las manos. Vacía y desinflada como un salvavidas que se guarda para las próximas vacaciones.

La niña del bigote

28.10.07

Si mis ojos fuesen una cámara...

Si mis ojos fuesen una cámara, me gustaría que atrapasen todas las miradas del mundo. La tuya. Así captaría tu emoción y podría intentar descifrar lo que piensas, lo que sientes. Me gustaría tomar fotos de gente que sonríe, que juega, que ama, que vive. Así aprendería un poco de ellos. De cómo disfrutan ese instante que yo he capturado en secreto.

Quisiera que mis ojos fuesen una cámara para fotografiar el sol naciente de cada día y el paso de su dominio a la luna, a la noche. Me gustaría conseguir la foto perfecta, donde todo fuese perfecto, los protagonistas, el paisaje, la historia subyacente. Todo perfecto, al menos por un instante.

Me gustaría captar la imagen de una lágrima que resbala saliendo de un ojo triste, no para analizarla, sino para atraparla en ese momento y no dejar que se repitiera. Porque me gustaría fotografiar las caras y las sonrisas de quienes son felices, de quienes viven intensamente.

Me gustaría, también, fotografiar manos. Manos que sean tan buenas en el trabajo, como buenas cuando den cariño, cuando acaricien, cuando hagan sentir. Fotografiar ojos, ojos que quieran mirar fronteras lejanas. Ojos como los míos, que capturasen fotos, sentimientos.

Si mis ojos fuesen una cámara, me gustaría poder compartir el don, con alguna otra persona, de esbozar una sonrisa por cada emoción capturada, por cada sentimiento puro, cada esencia original que se transmite con una imagen.

Si mis ojos fuesen una cámara, todo fuese más sencillo, me gustaría que atrapasen todas las miradas del mundo, especialmente la tuya. Tu mirada cuando me miras a los ojos, cuando siento que me descubres y yo me descubro ante ti poco a poco.

La niña del bigote


Luz

La luz se asoma entre las hojas, augurando un buen día, un buen clima, una buena temporada, un buen destino. Me dice que estará presente durante todo el camino, que alumbrará cada paso, que me guiará hasta . Explica que será clara la visión, que debo ser consistente en mi misión, que debo tener voluntad y llenar mis pulmones de pasión.

Sin embargo, es esa misma luz, esa entre las hojas, la que me hace sentirte cada vez más lejano, más distante de mi mano, más alejado de mi pecho, el que te añora en este otoño. Éste en el que las tardes son frías, éste en el que sólo tu recuerdo me brinda algo de calor, de tranquilidad. Sigo la luz, sin importar que por momentos se esconda...¿tras tu sombra? No. Tras mi anhelo de que sea tu sombra.

Es entonces cuando el sentimiento de nostalgia me invade. Se apodera de mi mente, de mi cuerpo, de mi sonrisa, al saberte lejos, al saberte distante. Pero las hojas siguen dejando colar puntos de luz, esa luz que quiero seguir hasta encontrarte, sin importar el precio, sin importar el esfuerzo. Porque he empacado en mi mochila mi mayor sonrisa, los mejores pensamientos, los más puros y fuertes sueños, anhelos, ansias, sentimientos. Y en mi mente y mi corazón llevo tu imagen. Esa que me dará claridad y esperanza aún en la más intensa y absoluta oscuridad. Esa que me dice que esos puntos de luz entre las hojas seguirán existiendo para acercarme a , para acercarte a mí. Para poder quererte por siempre, por ésta y todas las tardes de un frío otoño.

Porque sé que esa luz que hoy se asoma entre las hojas, entre las ramas, entre tu vida y la mía, será la misma que me permita verte de cerca cuando llegues ante mí.

La niña del bigote


26.10.07

Sé un niño, por hoy

Hoy quiero proponerte que te olvides de ser adulto, por un día, por mí. Deja de lado la rigidez que implica la racionalidad. Hoy quiero que seas un niño. Sentimiento puro. Para que corras a mi lado hasta quedar sin aliento, más que para decir un "te quiero". Olvida la razón, lo que es correcto. Deja el silencio y la cordura para otro momento y ahora grita lo que sientes, lo que quieres, lo que piensas. Grita de forma que tu ser se convierta en un eco interminable, sin barreras, sin distancias. Que se oiga en el fin del mundo. Que se oiga en mi alma.

No pienses tanto lo que vas a decir, sólo dilo, como un niño, con esa inocencia, con esa sinceridad. Sólo así sabré que es verdadero.

Ahora imagino tu voz en mi silencio. Una voz que comienza a susurrar mi nombre y el tuyo. Que une mi esencia y la tuya con una sola palabra. Ayúdame a oírte más allá del silencio, más allá de mi imaginación, más allá del sonido, más allá de lo posible.

En mis sueños aprendemos a conjugar los verbos sólo para nosotros, para poder sentirlos, para poder vivirlos. Para poder conjugar tu vida y la mía en una sola persona. Ese nosotros capaz de vencer a cualquiera, capaz de superar las distancias que hoy nos separan.

Olvídate de cómo es ser adulto. Sólo por este día sé un niño conmigo. Aprende conmigo. Aprende que todo es más fácil de lo que parece. Entiende que no todo es tan complicado como los adultos quieren verlo. Comprende que todo es más sencillo cuando vemos con el alma y no con la razón.

No pienses hoy. Siente conmigo. Agarra mi mano y caminemos juntos, disfrutemos de lo que cada uno tiene, sin que importe el mañana, sin que importe nada más que el nosotros.

La niña del bigote

25.10.07

Optimista

Ayer no fue el mejor día. Me comporté como una niña y lo siento. Lo siento tanto. Sé que unas cuantas palabras no cambian el hecho de que mi actitud dejó mucho que desear, el hecho de cómo reaccioné, pero necesito desahogarme. Dejar salir esto que me está atormentando, esto que da vueltas y vueltas en mi cabeza.

Quiero ser mejor. Quiero escribir mejor. Comportarme mejor. Pensar bien las cosas antes de hacerlas. Antes de decirlas. Antes de herir. Quiero ser mejor en todas y cada una de las cosas que hago. Desde las que me gustan, hasta las que no me gustan tanto.

Necesito crecer, madurar. Necesito saber que puedo hacerlo. Repetirme a mi misma, una y mil veces, que si puedo hacerlo, que lo puedo lograr, que nada me puede parar, no ahora. Necesito recuperar mis fuerzas, mis ganas, mis ansias. Para llegar a donde debo llegar. Para cruzar la meta donde me esperará lo que quiero. Porque no estoy lista para rendirme, porque no lo haré, porque lucharé hasta el final. Cada minuto, cada hora, cada día.

Porque no quiero saber cómo es fracasar, porque no quiero conocer lo que es un NO por respuesta, porque sé que puedo. Que puedo dar más de mí. Que puedo siempre esperar más de mí y cumplirlo. Porque puedo ser lo que quiera ser y tener lo que quiera tener. Porque nada significa mucho, ni muy poco. Porque no me conformaré, porque quiero más. Porque quiero ser mejor. Porque quiero llegar lejos, más arriba, a lo alto.

Porque quiero ser una guerrera, de esas que no se rinden jamás, porque no saben cómo hacerlo, porque no quieren hacerlo, porque no conocen esa salida.

Ayer no fue el mejor día. Pero aprendí una lección. Que debo aprender a dar más de mí. Más comprensión y menos malcriadez, más entendimiento y menos inmadurez, más calma y menos furia. Más de mí. Debo dar más de mí. Dejar de lado mis defectos, para enmendar mis errores y crecer y superarlos. Porque quiero ser mejor. Porque sólo yo puedo defraudarme y sé que no lo haré. Porque no puedo cerrar mis ojos ahora, porque debo seguir caminando, porque no quiero gastar mi tiempo, porque sé que debo seguir en la búsqueda. Esa que tanto me emociona. Esa que se convertirá en mi futuro.

Dénme tiempo, sólo necesito un poco de tiempo. No traten de pararme si voy muy rápido. Quiero ver todo de una manera diferente. Porque hoy he decidido que quiero ser optimista.

La niña del bigote

24.10.07

A pesar de la distancia

Hoy quiero regalarte mi más grande sonrisa para que entiendas lo feliz que me hace pensarte. Quiero brindarte mi cariño, para que con él te sientas acobijado por el resto del día, de la vida. Quiero regalarte mi primera mirada, el primer beso. A pesar de la distancia.

Quiero regalarte luz, significar ser luz en tu camino. Extenderte mi mano para que la tomes con firmeza entre la tuya y comencemos a caminar el futuro, ese futuro que nos pertenece, ese futuro en el que te quiero en mi vida. Calla. Por momentos, por favor calla. No me digas cómo es la realidad, cómo son verdaderamente las cosas. Déjame soñar por un rato más. Déjame soñarte, quererte en mi sueño. Quererte despierta. No me digas qué es posible y qué no. Juguemos a lo imposible. A eso que contigo y conmigo podría ser más real, más posible.

Tómame entre tus brazos hoy. Siénteme. Siente mi calor, lo que quiero darte, lo que es tuyo. Siente mi olor cerca del tuyo. Mi cara cerca de la tuya. Siente mis labios rozar tus labios. Siente lo profundo del cariño que esconden. Y luego, mírame, súmate a mi causa, a nuestra causa. Créela posible y después deja salir un silente "te quiero" de tus labios. Ese silente recuerdo que viajará por el mundo y se posará en mi mente para recordarlo, para atesorarlo, aunque no haya sucedido.

Hoy quiero regalarte un poco más de mí. Ese poco que, con pasos pequeños, crece, haciéndose más grande, más fuerte, más valiente, más sincero, más yo. Más de esa persona que sólo tú conoces. Que sólo aparece frente a ti, al sentir tu presencia. Esa que sólo muestro ante . Más de esa niña que sueña contigo, más de esa mujer escondida, dentro de mí, que ansía verte, tocarte, sentirte, besarte.

Hoy quiero regalarte mi más grata, brillante y amplia sonrisa para que entiendas lo feliz que me hace pensarte. Para que me sientas contigo, dentro de . A pesar de la distancia.

La niña del bigote

23.10.07

De Venezuela, el país de las colas

Hoy me levanté temprano y comencé a hacer cosas que tenía pendientes. Entre ellas, tuve que ir al banco, donde me pude reír mucho de nuestras desgracias cotidianas.

Aún no habían abierto y ya afuera había una cola como de veinte personas. Detrás de mí, llegó un señor bastante mayor y con una forma de hablar bastante peculiar. Era español, de eso no hay duda. El caso es que comenzó a hablar conmigo y lo primero que preguntó fue: "¿Es ésta la colilla?", cuando le respondí afirmativamente, dijo muy alegremente y para sí mismo: "¡Ah si! La colilla para el banquillo". Luego, comenzó a contarme que había visto por televisión que, en Japón, la gente que trabaja en los bancos está volviéndose loca y halándose los cabellos porque cada persona pasa aproximadamente dos minutos en cola cada vez que va al banco. Imagínense esos "Dos minutos en cola". ¡JA!

Esos japoneses deberían visitar Venezuela y ver cómo nos hemos acostumbrado a hacer colas infernales hasta para ir al baño. Si. Porque hasta para entrar a un baño público hay que hacer cola mientras tratas de no hacerte en el intento. Haces la cola, tú y tu organismo. Y así vamos.

Hacemos cola en la autopista, en las calles y avenidas, porque hay más carros de los que debería. Hacemos cola para comprar los tickets del metro y, dependiendo de la hora, hacemos cola para entrar en el andén, para entrar en el vagón (después de dejar pasar cinco trenes o más porque no cabe ni un alma en pena) y hasta en las escaleras para salir de la estación.

Cola en el supermercado, en el cafetín, para entrar en el ascensor, para subir al autobús, para renovar cédula, pasaporte, visa, Rif. Cola para votar, para comer en cualquier local de comida "rápida". Cola para entrar al cine, para conseguir silla en el cine, para salir del cine. Para entrar a un centro comercial y para salir de él. Para comprar pan en la panadería o medicinas en la farmacia. En fin, en Venezuela, por desgracia, ya nos acostumbramos a las colas para hacer cualquier cosa, por estúpida que sea.

Menos mal que esos japoneses no viven aquí porque, de ser así, ya estarían encerrados en cualquier manicomio de mala muerte o, peor aún, haciendo la cola respectiva para ello. Y es que hasta para entrar por Emergencias de una clínica o de un hospital hay que hacer cola. Prácticamente el doctor te dice: "Chamo, no te vayas a morir, aguanta ahí un poco, mete el dedo en el hueco de la bala un rato más mientras avanza la cola" o "Tranquilo chamo, que ese apéndice ya explotó pero aún nos queda una hora para poder operar sin que haya riesgo". ¡JA!. Y al otro lado del charco, donde las cosas si funcionan, se están volviendo locos por dos minutos de cola y es que hasta suena gracioso, imagínense: "DOS minutos de cola".

Si ellos supieran que aquí vamos en góndola cuando hacemos "sólo quince minutos de cola", eso es casi un milagro. ¡Qué voluntad! y pensar que quizás hace un millón de años luz aquí también era así, un país libre de colas.

Aquí esos dos minutos japoneses acumulan (y de qué manera) los efectos del huso horario y se convierten en dos horas venezolanas, facilito, tan fácil que ya es lo más común.

¿Quiere venir a Venezuela? Venga y le indico cuál es la cola que debe hacer usted.

La niña del bigote

¿De qué están hechas las niñas?

Las niñas, chicas, hembritas, mujeres o como quieran llamarles, estamos hechas de muchas cosas, pero, principalmente, estamos hechas de sueños. A medida que crecemos, vamos coleccionando cuentos, historias bonitas de príncipes azules, paisajes hermosos y amores encantados.

Siempre solemos soñar. Unas más que otras, algunas más seguido, otras con más intensidad. Pero todas estamos hechas de ilusiones. De sueños.

También estamos hechas de vainilla. Esa que puede dar el toque dulce justo a la medida y la misma que puede hacer agrio hasta el más mínimo bocado.

Somos un conjunto aglomerado de cualidades y características, a veces dulces, a veces ácidas, pero siempre niñas.

Tenemos ese ingrediente de la perspicacia, esa agudeza que algunos insisten en llamar clarividencia, pero que es, más que nada, puro entendimiento.

Solemos ser amigas de la imaginación, del olor a chicle, a dulce, del perfume y de todo aquello que nos haga sentir más niñas.

Estamos hechas de amor, de dulzura, de paciencia, de constancia, de esfuerzo, de comprensión, de caricias, de optimismo, del espíritu de domar lo indomable, de esperanza, de tolerancia, de celos, de incomprensión, de quejas, de vanidad, de gula, de envidia y de lujuria. En fin, estamos hechas, como cualquier humano, con defectos y virtudes, con cosas buenas y con cosas malas.

Las niñas estamos hechas de sentimientos de niñas, de pensamientos de niñas, de ilusiones de niñas. De esas muchísimas cosas que sólo una niña puede entender, comprender, asimilar y aceptar.

Somos niñas, olemos a niñas y siempre, por más que crezcamos, seremos niñas.

La niña del bigote

22.10.07

Quiero soñar contigo hoy

Me gustaría verte ahora. Que dejaras de ser una creación de mi mente, un espejismo de mi imaginación, un reflejo de mis anhelos. Me gustaría sentirte aquí, a mi lado, para dejar de ser valiente con palabras y refugiarme en tus brazos. Para sentir tu calor, para sentir mi calor unido con el tuyo. Me gustaría hablar contigo, verte a los ojos, saberte mirándome de otra manera al saber lo que sabes, conocer más de , descubrirme un poco más a mí misma estando contigo.

Quiero verte más. Escribirte más. Para reír. Para sentir. Para crecer. Tan sólo un poco. Un poco más. Me gustaría dejar de esperar y adentrarme en tu camino, para andarlo contigo, para sentir lo que siento. A tu lado. Quiero verte como estás, sentirte, olerte, tocarte con la mirada y saberte ahí, aún con los ojos cerrados. Volar contigo. Que sientas lo que digo, lo que pienso, lo que siento.

Me gustaría oír salir de mi boca el sonido de tu nombre, de tu existencia, de mi existencia en la tuya. Saber que podemos fluir con palabras que sólo nosotros entendemos. Que esas palabras guarden nuestros secretos. El tuyo. El mío.

Quiero que te sientas como quieras sentirte. Me gustaría verte ahora. Ahora mismo. Ver que existes de verdad, que sientes, que eres. Quiero perderme en tu imagen, en la realidad que sólo tú sueles ver.

Quiero hablar contigo. Oír tu voz. Oírte al lado de mi oído. Oírte cerca de mí. Quisiera sentir tus pasos a mi alrededor, sentir que me miras, de lejos, de cerca, de muy cerca. Quisiera sentir tu efecto en mí. Conocer mi efecto en .

No quiero sentirme agotada por tanto pensarte, por tanto ansiar sentirte. No. Quiero escribir mil días y mil noches para . Para tus ojos. Para tu mente y para tu alma. Para que renazcas, para que las emociones invadan tu cuerpo de la forma en que invaden el mío.

Hoy quiero descubrir que el mundo es para mí. Para . No quiero tener la necesidad de hablar. Quiero mirarte y que en mis ojos veas lo que quiero decirte. Quiero que me entiendas y me descifres con tan sólo sentir mi presencia.

Quiero que me descubras, que me conozcas. Quiero descubrirme y conocerme contigo. Quiero que me leas y te leas en mí. Quiero hacerte sentir amor, pasión, vida. Que te sientas vivo a mi lado, siendo la razón de mis palabras, reflejándote en mis letras.

Me gustaría que desempolvaras lo que has olvidado con el tiempo. Que despiertes. Que me ayudes a despertar. A crecer. Quiero hacerte más real de lo que te siento. Que se te nuble la vista de leer, de sentir. Que puedas soñar y sentirme llegar a tu lado atraída por la brisa que respiras.

Quiero soñar contigo hoy. Quiero. Soñar. Contigo.

La niña del bigote

21.10.07

Para mí. Para tí. Para nosotros.

Quiero escribir, escribir más, acercarme más, acercarte más, ahogarme entre palabras, caminar entre definiciones, navegar en la imaginación, pretender que existes, que estás aquí, no sólo en mí, no sólo en mi cabeza.

Quiero escribir pero no me salen las letras, se han quedado atoradas, atascadas y escondiéndose de un posible desembarco insustancial.

He dado rienda suelta a la mano, pero mi pulso no la acompaña, se ha ido contigo, con tu andar, con tu historia. Quiero escribir, para complacerme, para complacerte. Escribir algo con sentido, algo lleno de razón o algo irracionalmente apasionado. Quiero que tu viento y tu brisa ayuden a impulsar mi mano. Hacía mí, hacia , hacia nosotros.

Necesito leerme a mí misma, leerte a , volver al camino en el que comenzó esto, para no perderme entre palabras. Quiero formar parte de esa lucidez escrita que tanto me gusta admirar, de esas cosas que me encantan leer una y otra vez.

Quiero escribir, escribir siempre, por todos los años de la vida del mundo, de la tuya, de la mía, para descubrirme, para descubrirte entre mis líneas, para mirarme a través de , para saber que me lees y que vas más allá con lo que te propongo y con lo que escondo en mis letras.

Quiero reaccionar, divagar, volver a mis andanzas, a la escritura que me caracteriza. Quiero escribir, escribir más, que me escribas, acercarme más a , acercarte más a mí, ahogarnos entre palabras, caminar entre definiciones y significados, navegar en nuestras imaginaciones, pretender que existimos, que estamos aquí, allí, aquí y allí, en ambas, en una de las dos, juntos, saber que no estamos solos en una máquina y no sólo en mi cabeza.

¿Algo de esto tiene sentido? Para mí. Para . Para nosotros.

La niña del bigote

20.10.07

Divagando sobre la raza humana # 17 - Del Internet

A tí, que estás allá, del otro lado del monitor

Hoy quiero escribir sobre algo que me ha tenido pensando mucho todos estos días: las relaciones de cualquier tipo que se encuentran o afianzan por Internet. Y es que esto de la tecnología es todo un caso y mucho se ha escrito del tema pero, hasta ahora, no me había llegado tan cerca.

Uno puede conocer todo tipo de gente por la red. Me refiero a que se puede conocer gente que comparte intereses similares a los de uno, a través de las distintas herramientas que están a nuestro alcance. Por ejemplo, por medio del Flickr he conocido y compartido con personas a las que les gusta la fotografía, con personas que disfrutan el hecho de salir en conjunto, un día cualquiera, sólo con el propósito de tomar fotos. Esto se convierte en otra cosa, importante para uno, porque se trata de personas con las que compartes momentos, pudiéndose dar el caso de, eventualmente, conseguir amigos y hacer más que tomar fotos juntos.

Por otro lado, esto del Internet significa una apertura de horizontes que, particularmente, me parece genial. Es una cuestión de que ya no existen límites, puedes estar en Venezuela y hacer contacto con gente ubicada en cualquier otro lugar del mundo, en otras coordenadas geográficas, bien sea en España, en Holanda, Escocia o hasta en la China. Últimamente he sido parte de un intercambio cultural que me llama mucho la atención, he pasado horas de mi vida hablando con gente a la que conozco cada día más, sin conocerla realmente porque jamás le he visto la cara, porque no la he visto personalmente, pero ¿qué tan bien se conoce a la gente que vemos directamente? ¿de verdad los conocemos tanto como creemos? No lo sé. Tengo mis dudas al respecto. Pero eso es harina de otro costal. Palabras para otro texto.

Claro que todo esto del Internet puede ser un arma de doble filo, uno no sabe realmente quién puede estar detrás del monitor, pero creo que aquí influye mucho el hecho de tener un poco de criterio y sentido común al hablar con ese otro que es un completo extraño, un total desconocido. Hay que evitar a los babosos y a los enfermitos mentales, pero ellos se descubren rápidito, así que la tarea en esos casos no es tan difícil.

Yo me río muchísimo cuando hablo con otra persona y debo usar varios sinónimos de una misma palabra, porque los usos en los dos países de origen de los interlocutores, nosotros, son completamente distintos. Me hace mucha gracia las cosas del idioma, eso de que una palabra signifique algo para nosotros y otra cosa totalmente distinta para los otros. Eso de tener que explicar a los demás que nosotros, los venezolanos, usamos una misma palabra para expresarnos mil veces y decir mil cosas con sentidos diferentes.

En cierta manera me gusta aprender a través del monitor, saber cómo es la vida normal y cotidiana de alguna persona cuyas costumbres no son las mismas que las mías, de esas personas que no comparten mi clima o mi forma de expresarme porque, aún usando el mismo diccionario y hablando el mismo idioma, manejamos registros distintos.

Muchos califican este mundo como algo impersonal, que aleja a la gente de otra gente. A mí me parece todo lo contrario. Creo que, bien administrado, acerca más a las personas, sin importar quiénes y cómo son o dónde están ubicadas.

Esto es algo global, mundial, mucho más grande que nosotros, mucho más grande de lo que conocemos, de lo que podemos ver. Obvio que no se debe dejar el mundo real por un monitor, pero me parece sano compartir con gente que comienza a entenderte y que te trata sin prototipos y prejuicios (con sus respectivas excepciones, claro está).

Disfruto mucho del intercambio del cual he formado parte las últimas semanas, lo que he aprendido. Es algo que me llena, que me hace sentir bien, que me hace sentir acompañada y que me da la sensación de que puedo llegar a donde quiera sin impedimentos de tiempo o de espacio. Me gusta saber que hay alguien al otro lado del mundo, que lee esto y le gusta, que entiende de lo que hablo, que le gusta la forma como escribo, que comprende lo que pienso y lo que trato de transformar en palabras.

Creo que el mundo entero está a nuestro alcance, sin límites y sin barreras, más que las que imponga nuestra propia persona.

La niña del bigote

19.10.07

El chiste tonto de la noche

Dos viejitos:
- Esta noche follo
- Y yo, furé de fafas

Perdón....Pero me lo contaron y no pude evitarlo.

La niña del bigote

Divagando sobre la raza humana # 16 - Qué jodidos estamos con la sociedad de ahora

Hace dos días iba en un bus y escuché la conversación de tres chicos que iban adelante. Ellos iban hablando de chicas. Uno le iba a presentar una chica a otro y, durante el camino, iba diciéndole cómo debía comportarse ante la chica en cuestión. Le decía que la chama estaba "buenísima", que tenía unas tetotas enormes operadas y un culo perfecto, pequeño, redondito y duro. Entre otras cosas, le dijo: "Chamo, tienes que ser súper pana con ella, echarle broma, joderla, ser simpático. Además, tienes que vestirte muy bien, ponte la mejor pinta que tengas porque el ex novio de ella se viste full bien, es así pavito, de punta en blanco pues y así es que le gustan a ella. Nada mamarracho."

El chico que era aconsejado dijo que no le parecía bien el hecho de tener que cambiar por una chama y que no le gustaba que ella se hubiese dado los besos con un tal Francisco. El otro se molestó por su reacción y le dijo: "Chamo, pero ni que te fueras a casar con ella. Tú sólo tienes que agarrarle esas tetas y darte los besos con ella. No te vas a casar. ¿Qué más quieres pues? No te pongas bruto. No seas idiota."

Toda la conversación de verdad me asqueó como que bastante. No puedo entender cómo carajitos que no tenían más de 17 años ya están pensando así y tengan esa actitud frente a las cosas. No entiendo cómo pueden ser tan descerebrados, tan ñoños, tan imbéciles. Pero, en cierta forma, no me extraña para nada el que sean así y es que la mayoría de los varoncitos de aquí son así (OJO, no todos, no me vayan a caer encima con comentarios) y es que la culpa también la tienen las hembritas que salen a la calle todas despojadas de moral, buscando un varoncito que las joda, que las trate mal, que les meta mano y que las trate como prostitutas baratas, porque ni siquiera cobran por hacer lo que hacen (encima no tienen sentido de la parte laboral que puede significar sus acciones).

Sinceramente no puedo con esta mentalidad y me preocupa. Porque lo peor del caso es que esto no se le puede atribuir a la inmadurez de la edad, porque hay tipos, mayores que éstos chicos, que andan pendientes de las mismas estupideces y son hasta peores.

No puedo creer que la sociedad va retrocediendo como lo está haciendo últimamente. Me da asco que en la calle hayan seudo-machitos y perritas que sólo quieren joder la vida de los demás que les pasen por al frente. Porque, por desgracia, siempre el jodido es el más pendejo. No concibo cómo hay gente que puede ser y actuar así como si se tratase de algo heróico. Esto es algo bastante enfermo.

Y es que estamos rodeados de ellos. Un chico me decía que es igual en todos lados, que eso no pasa sólo aquí, cosa que es aún más alarmante, porque quiere decir que, en efecto, toda la sociedad está jodida. Y los pocos que no son así ¿qué pueden hacer? ¿deben convertirse también en especímenes y animales como los que les rodean? Si es así: Qué asco lo que viene.

No puedo con esta falta de moral, de respeto hacia uno mismo y hacia el resto de las personas. Esto es un canibalismo salvaje, un "quítate tu para ponerme yo", un mundo lleno de basura, de gente descerebrada e inmadura, que no piensa más que en sus propios intereses y en el cómo utilizar y joder a los demás.

No puedo seguir así. Qué vaina tan rancia.

La niña del bigote

17.10.07

Divagando sobre la raza humana # 15 - De los ineptos que hay aquí

Estoy aquí sentada frente a la pantalla, con las piernas cruzadas, al igual que mi vida, porque no sé qué hacer. Me siento total y absolutamente perdida.

Para ubicarlos un poco, debo retroceder algo de tiempo. En julio, exactamente el 31, decidí renunciar a mi trabajo para dedicarme en exclusiva a mi tesis, porque de lo contrario no la iba a terminar jamás.

Mi monografía está lista desde hace ya un mes. Aún así, los últimos días, la he revisado una y otra vez en busca de errores y comas mal puestas. Pero ya no es una coma la que me atormenta. No. Es la ineficiencia humana lo que me tiene molesta.

Estoy cansada, agotada por todos los caracteres que he escrito hasta el momento, sin aliento por todas las entrevistas que tuve que hacer, fastidiada de todas las carreras que he tenido que pegar. Y para nada.

Hoy me dice el diseñador del libro (mi tesis es un libro) que no tiene aún ni la mitad. Y yo tenía que entregar el lunes a más tardar. Ya es oficial. No entro al acto de enero.

Lo que me tiene molesta es que no se trata de que yo no hiciera mi parte o de que aún me falte la mitad de la monografía. No. Es la ineficiencia de otro. Ese es el problema. No me gradúo por culpa de otro. De otro al que le vale madre si yo me gradúo o no. Porque no soy su amiga, ni su familia, ni su novia. No significa nada pues y por eso el compromiso es menos válido. Realmente no le importa si el no tener el libro listo significa que debo graduarme en julio.

Y es que eso me retrasa la vida entera. Todos mis planes. Todo lo que venía en camino. Lo que ya estaba hablado y dicho.

Ando arrecha señores, arrecha de que uno se tenga que encontrar con especímenes como éste por la calle. Arrecha de que todo se venga abajo en un sólo día. Arrecha porque no he sido yo la que ha fallado, sino otro. Ese otro que no toma su trabajo en serio, que no respeta compromisos, que da su palabra en vano, otro venezolano más que se une a la lista de "profesionales" a los que se les paga por dar excusas. Por eso es que no avanzamos.

¡Joder! cómo odio este día y todo lo que ha traído.

Perdón por las malas palabras, pero de alguna forma debía desahogarme.

La niña del bigote

15.10.07

Alguien

Hoy mi bella amiga Flequillo me sacudió el piso con un comentario que me hizo de forma inocente, ocurrente y también muy sincera, como suele ser siempre.

No diré lo que dijo pues fue una conversación entre amigas y, además, es algo abstracto ubicar eso en tiempo y espacio, de manera que un lector externo lo comprenda.

El caso es que, respondiéndome a mí misma cosas que pienso y re-pienso, en parte es verdad lo que dijo. En parte es verdad que necesito a alguien. Obviamente no se trata de agarrar al primer loco que pase al frente, pero ahora que veo desde una óptica diferente, me doy cuenta de que si necesito a alguien.

Ese alguien que me abrace, que comparta conmigo, que ría a mi lado, que comprenda lo que pienso, lo que siento. Alguien a quien no tenga que explicarle todo al detalle, el que me entienda con sólo mirarme. Ese alguien con quien compartir gustos, con quien comer un dulce una tarde cualquiera, con quien tomar un buen vino, ese alguien que me de fuerza, que me agarre la mano y me acompañe a tatuarme. En fin, alguien, necesito a alguien, alguien especial, para mí, para mi vida.

Y no es que lo necesite para seguir viviendo. Eso está claro. Soy feliz como soy, pero si quiero a alguien que haga cosas por mí, que me haga sentir querida, que me haga sentir amada, que me de un beso cuando yo no lo espere. Alguien con quien dormir cuando afuera brilla la luna, con quien sentir el soplar del viento, con quien caminar y correr debajo de la lluvia, con quien hablar por horas sin importar cuánto y cómo se muevan las agujas del reloj. Alguien a quien esperar, alguien a quien ver llegar.

No se trata de desesperación. Se trata de querer mirar a los ojos de la gente buscando sentir algo profundo, buscando ver más allá, algo limpio, sano, sincero.

Pero sigo feliz. Por lo pronto disfruto de la sinceridad de mis amigos, sobretodo la de mi hermosísima amiga Flequillo, quien esta vez ha sido la encargada de hacerme pensar un poquito más.

La niña del bigote

10.10.07

Tengo una pregunta

Será que alguien, por favor, me puede responder una duda que he tenido toda la vida:

¿Por qué se llama "Vía Láctea" si no está hecha de leche ni de niguno de sus derivados?


P.D: No es jodedera, es muy muy en serio...

La niña del bigote

Mi pasatiempo favorito

Una de mis grandes virtudes, al menos yo la cuento entre ellas, es mi capacidad de abstracción, la cual algunos podrían calificar como procesos mentales de ocio o momentos X en la vida. Para mí, es lo máximo.

Verán, he desarrollado la habilidad de aislarme mentalmente de todo lo que me rodea en el momento en que deseo hacerlo. Si una conversación me fastidia, sigo mirando a mi interlocutor con cara de "Oh, qué interesante", pero mentalmente estoy parada en cualquier otra ciudad del mundo haciendo algo muy diferente o pensando en cualquier otra cosa, como por ejemplo, la historia que me contó menganito días atrás y que aún me tiene asombrada, el parecido de sutanito con fulanito, el número de bebés que podrían estar naciendo en otras partes del mundo en ese preciso instante o la cantidad de personas que pueden estar en lo mismo que yo en el exacto momento en que yo estoy pensando esa cantidad de estupideces.

Para muchos, eso es "pensar demasiado", pero como me gusta justificarme, creo que es mejor pensar demasiado que pensar muy poco. Aunque en realidad, en estos casos, no se trata de pensar sino de imaginarse en otros escenarios.

Otro ejemplo: cuando veo una pareja linda en la calle, no los acostumbrados y rancios corronchos que parecen chupones destapa-cañerías, me gusta imaginarme a mí misma en esa situación, me gusta imaginar que tengo otra vida que hace cosas completamente diferentes a las que yo hago, algo así como besar a un completo extraño sólo porque me dio la real gana o sentarme a hablar, en el medio de la nada, con alguien que no conozco. Creo que, en cierta forma, trato de buscar un alter ego en otra persona totalmente extraña y con una vida por demás ajena a la mía. No sé por qué, simplemente me gusta hacerlo.

Abstraerme es entonces mi pasatiempo favorito, nunca me aburro de hacerlo y, cuando estoy fastidiada, es una actividad divertida, fácil, ecológica y económica, porque sólo requiere de mi imaginación y de estar sentada para no caerme. Además, es algo que me ha salvado la vida en clases absolutamente inútiles y fastidiosas, en los momentos en que la gente de alrededor apesta, cuando los temas de conversación se acaban o cuando los demás hablan de algo que no entiendo o de gente que no conozco, cuando hay mucha gente alrededor para criticar mentalmente (por eso de ser mango bajito), en fin, cuando el momento requiere de algo diferente.

Quizás es una perdedera de tiempo porque imagino cosas en vez de hacerlas, pero es que no tengo un espíritu aventurero tan arriesgado y prefiero usar mi cabeza, así sea para cosas tontas de este tipo. Después de todo, soñar no cuesta nada e imaginar menos que menos.

Se trata de disfrutar los placeres tontos y simples de la vida y, para mí, la sencillez de esto, es lo mejor.

La niña del bigote