25.9.07

Una verdadera mujer siempre lo sabe

Este texto no tiene que ver con feminismo, pero valga la pena para que sirva como consejo a los lectores masculinos que frecuentan este blog (a pesar de la vergonzosa desactualización).

Al grano. ¿Por qué una verdadera mujer siempre lo sabe?, pues por cosas inciertas, cosas del destino o del desatino masculino. Casi todas las mujeres (digo casi porque hay ciertas excepciones que atentan de frente contra el género) sabemos cuando pasa algo fuera de lo común, cuando hay algo sospechoso, cuando nos huele raro algo. Es lo que se encasilla comúnmente como un “sexto sentido”, ese algo de brujas que casi todas llevamos por dentro.

Sabemos cuando sutanito no nos está diciendo la verdad, desciframos mensajes a través de miradas, acertamos cuando le tenemos “idea” a alguien y, generalmente, nos graduamos cuando sentimos que menganito, dueño de nuestro corazón, nos engaña o nos oculta algo.

Repito: hay ciertas excepciones que, como género, deberíamos desterrar, exiliar, abolir, finiquitar (Dios, cómo amo esa palabra). No obstante, estas aberraciones de la naturaleza no suelen ser mayoría.

Volviendo al tema. Los hombres a veces tratan de ocultar, omitir u olvidar por accidente ciertos detalles, sean pequeños, enormes, perdonables o totalmente imperdonables, y eso está bien cuando esos “detalles” no afectan al otro. Sin embargo, en mi humilde opinión, creo mejor apostar por la verdad. Pero no esa verdad que se dice un mes después de que el daño está hecho y cocinado, no esa verdad a medias tintas, no la verdad que le conviene a uno antes que al otro.

Señoritos, háganse un bien, por su propia salud; sean sinceros, sin importar cuánto hiera o apeste la verdad. No sean egoístas. Digan la verdad tal cual es, sin adobos ni especias que la hagan saber menos fea.

Una verdadera mujer siempre sabe que la engañan, aún cuando se traga la mentira y se hace pasar por tonta. Por dentro uno siempre tiene esa espinita, ese malestar, ese sentimiento que te dice que las cosas no son como te las están poniendo en el plato. A nadie le gusta que le mientan, de eso estoy segurísima. A nadie le gusta que le vean la cara de tonto. A nosotras, como mujeres, como cuaimas, como gente, menos que menos.

Si, puede ser una cualidad del género de las cuaimas, pero hay varios refranes que vienen al caso, como: “Cuando el río suena es porque piedras trae” o “Piensa mal y acertarás”.

Yo sólo les pido hoy, a todos y todas, que tomen consejo. No hagan lo que no les gustaría que le hicieran. Piensen primero antes de hacer las cosas. Tómense un tiempo a solas con sus cerebros (aquellos que los tienen) y denles uso, que para eso están, no sólo para llevar el corte de pin y pon. Todo esto porque también es cierto que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde y antes de ser un perdedor, es mejor ser sincero.

Nunca confíen en la inocencia y supuesta “ignorancia de una mujer”.

Porque a veces la mejor cura es una conciencia tranquila.

La niña del bigote

24.9.07


Mi bellisima Flequillo
FELIZ CUMPLEAÑOS


*Por ser la defensora de las causas justas y nobles
*Por ser la sinceridad hecha persona
*Por no juzgarme cuando quiero incendiar al mundo con todos sus pasajeros
*Por ser tú, la mejor compañera de este blog extraño...
Brindemos por tí y por tu Flequillo

Te queremos, amamos e idolatramos, con locura y pasión.

23.9.07

Divagando sobre la raza humana # 14 - De la gente que apesta

NOTA: Aléjese inmediatamente cualquier persona optimista o llena de alegría. Este post podría resultar contraproducente.

Desde hace días he intentado escribir, pero, de alguna u otra forma, mi computadora parece tener un problema personal con este blog. Basta que comience a escribir para que mi pote me escupa un ojo y se desconecte de la Internet.

En fin. Vengo a escribir hoy sobre la gente que apesta. No crean que escribiré de la gente olorosa o perfumada. No, no, no. ¡JA! Eso sería muy inocente. Vengo a escribir de las basurillas que nos rodean.

En estos meses, ha sido poco el contacto que he tenido con otros seres, aparte de mi perra y la señora de limpieza, pero resulta que no me hace falta socializar mucho para darme cuenta de que la gente (con contadas excepciones) es una real ñoña.

Comienzo con la gente arrastrada. Aquel grupo conformado por arrastrados lamepisos que dicen cosas para ganarse a los demás, sin tener idea de qué están diciendo o por qué lo están diciendo. Son realmente acosadores, pegostosos y ladillas.

Por otro lado están los fastidiosos, los que te siguen a todos lados pidiendo algo, para luego, al momento de tenerlo, no prestarle ni la más mínima atención porque ya no les interesa. Son inconformes. Un chicle en el zapato. Te carcomen la vida.

Además están los que dicen mil y un cosas y no hacen ni una sola. Aquellos que siempre tienen una respuesta para todo, esos que siempre prometen algo y después su tarjeta de presentación es el embarque (y no uno sólo, sino varios).

Están también los que se creen el ojo del mundo, los que todo lo saben, todo lo tienen (pero todo les falta). Son insoportables, metiches, chismosos. Suelen cambiar tantas veces como un camaleón. Dependen de las circunstancias y se mueven por el interés.

A los que más odio es a los hipócritas, a aquellos que muerden la mano de quien los ayuda. Aquellos que son bipolares, enfermos, psicóticos, locos, inservibles e inaguantables. Son los más podridos, los más rancios.

Finalmente, están los constantes, aquellos por los que te aguantas toda la mierda circundante, esos por los que el mundo apesta menos. Son los únicos a los que quiero, respeto y amo. Son esos que, en su lucha por ser mejores, respetan a todos y no son arrastrados, ni fastidiosos, ni embarcadores, ni bipolares, ni hipócritas, ni cara dura.

Es por estos últimos por los cuales estoy dispuesta a continuar. Los demás se pueden seguir pudriendo, pueden seguir en el camino de comerse los unos a los otros. No valen ni medio. Sólo están por estar. Se involucran en todo, pero su interés y su maldad son directamente proporcionales a su pudrición interna y a su ser apestoso.

Quizás estoy criticando lo que me molesta de los demás pero no veo en mi misma. Quizás me estoy pudriendo yo también, al caer en su juego, al estar hombro a hombro con ellos. Sin embargo, eso no significa que no pueda despreciarlos.

No pido perdón por mi descarga. Lo que digo es lo que siento, lo que pienso.

No se trata de que la vida sea dura y de que sea una mierda. No se trata de que exista un karma que nos persigue para castigarnos. Se trata de quiénes hemos decidido ser, se trata de qué tipo de persona somos, de en qué lugar hemos decidido estar.

Yo no soy mejor que nadie, pero no quiero ser parte de la pudrición, quiero ser parte del último grupo. Porque ese es el que vale.

La niña del bigote

10.9.07


¡FELIZ CUMPLEAÑOS A LA NIÑA BELLÍSIMA DEL BIGOTE!

¡¡¡QUE SEAN MIL MILLONES MÁS!!!



¡¡¡¡TE QUEREMOS UN MONTONONOOON!!!!

4.9.07

Pequeñas cosas que aprendo en el camino

Estos días he estado alejada de aquí. No es una elección, es que no tengo alternativa. Es por una buena causa: poder alcanzar mi toga y mi birrete en el mes de enero. Resulta que en este tiempo me he divertido como nunca porque he estado haciendo mi tesis. No diré que no he llorado de la desesperación algunas veces, pero, mi tema me apasiona y cada vez lo amo más. Aunque la gente se empeñe en descalificar a los graffiteros, y en catalogar su trabajo como esto o aquello, las entrevistas que he conseguido han cambiado mi percepción, aún más. Por eso hoy vengo a dejar parte de lo que he conseguido, porque si al menos alguien cambia de idea también, seré aún más feliz.

Esta entrevista es de SENK, quien raya Caracas como parte del Crew CMS. Podrá sonar estúpido, pero la visión de este chico me cambió la forma de ver algunas cosas.

“El graffiiti no es pintar nada más, es algo más, mucho más. La menor parte del tiempo uno la emplea pintando, porque uno hace la bomba en cuatro minutos. El graffiti es sentimiento, no en el sentido cursi. Yo pinto graffiti por adrenalina, por satisfacción, obvio que también por el placer de pintar. Lo hago por imponerme retos, auto superación, demostración conmigo mismo, con los demás. Probar mi inteligencia. Es uno contra todo un sistema de seguridad que tiene años establecido, buscándole y explotándole las fallas.

Uno busca lo divertido del graffiti. Se trata también de la búsqueda. Ves, por ejemplo, una valla arriba de un edificio. Deseas la valla, es así, es un problema de deseo posesivo y compulsivo duro. Luego, te preguntas cómo carajo llegas ahí, y es cuando empiezas a creerte un ninja. Después, actúas como tal, a un nivel de profesionalismo que asusta. Y dejas de ver el edificio como un sitio donde viven las personas. Lo ves como un reto, le buscas las fallas, por dónde escalar, si le llegas por fuera o por dentro del edificio y cómo carajo haces para entrar.

Puedes pasar días frecuentando el edificio, entrando, viendo los horarios de guardia de los vigilantes. Subes a la azotea y ves que tiene candado. Eso es otro problema que se le suma. La reja tiene un candado en la azotea. Tienes que entrar y romper esa reja con una segueta y ya cuando violaste esos obstáculos, por supuesto siempre en silencio y moviéndote por las sombritas, es que empiezas a pintar algo en lo que quizás tardes, máximo, diez minutos. Algo que boceteaste en tu casa en un ratito.

Esto es muchísimo más complejo que poner tu nombre. Para serte sincero vivimos una especie de odisea de James Bond, pero de verdad. Eso es lo excitante de todo. Claro lo exagero, pero es que, para que entiendas lo que nos mueve a hacer las vainas, tienes que entender lo que sentimos haciéndolas. Uno se tiene que tomar el peo en serio si no quiere pasar una noche preso o presentándote en tribunales o siendo golpeado.

Estamos concientes de que el graffiti implica vandalismo y eso nos convierte en vándalos. Existen escritores que creen que el carácter ilegal es parte de la motivación y es que ahí está la adrenalina, el jugo. Yo estoy consiente de que soy vándalo, destruyo propiedad privada y pública, pero todo radica en la forma en que concibas las vainas. Yo como escritor de graffiti no lo concibo como algo malo. Para los árabes es normal que las mujeres estén todas tapadas, para nosotros no lo es. Todo es, en parte, un peo de percepción.

Yo considero que existen cosas mas dañinas que lo que yo hago, o que deberían ser ilegales y que moralmente son más aceptadas. Pero nosotros consideramos que el campo visual es libre, es de quien llegue y lo tome. Yo considero que el campo visual nos tiene que pertenecer a todos para ser libres de actuar a placer en ellos, porque estamos obligados a verlo, es todo lo que nos rodea y nadie me pregunta si quiero ver ese edifico verde o esa santamaria azul.

Yo pienso que las personas tienen derecho a decidir dentro de sus espacios. Nadie te pregunta si te gustan las cosas tal cual están en tu ciudad o si me parece que los colores del Metro de Caracas son como la bandera gay. A mi nadie me pidió permiso, por ejemplo, y esos son casos sencillos, pero hay unos más evidentes. Como las publicidades con mujeres semi desnudas vendiéndote licor, cuando por alcoholismo es que mueren más personas en accidentes anualmente y cuando eso puede resultar más ofensivo que mi nombre. Es sólo que algunas cosas están aprobadas por el sistema y otras no.

Por eso no pedimos permiso, porque yo quiero ver MI ciudad así y si tú quieres ver tú ciudad a tu manera, sal y tómala. Es más, yo la pinto por que la quiero."

La niña del bigote