23.10.07

¿De qué están hechas las niñas?

Las niñas, chicas, hembritas, mujeres o como quieran llamarles, estamos hechas de muchas cosas, pero, principalmente, estamos hechas de sueños. A medida que crecemos, vamos coleccionando cuentos, historias bonitas de príncipes azules, paisajes hermosos y amores encantados.

Siempre solemos soñar. Unas más que otras, algunas más seguido, otras con más intensidad. Pero todas estamos hechas de ilusiones. De sueños.

También estamos hechas de vainilla. Esa que puede dar el toque dulce justo a la medida y la misma que puede hacer agrio hasta el más mínimo bocado.

Somos un conjunto aglomerado de cualidades y características, a veces dulces, a veces ácidas, pero siempre niñas.

Tenemos ese ingrediente de la perspicacia, esa agudeza que algunos insisten en llamar clarividencia, pero que es, más que nada, puro entendimiento.

Solemos ser amigas de la imaginación, del olor a chicle, a dulce, del perfume y de todo aquello que nos haga sentir más niñas.

Estamos hechas de amor, de dulzura, de paciencia, de constancia, de esfuerzo, de comprensión, de caricias, de optimismo, del espíritu de domar lo indomable, de esperanza, de tolerancia, de celos, de incomprensión, de quejas, de vanidad, de gula, de envidia y de lujuria. En fin, estamos hechas, como cualquier humano, con defectos y virtudes, con cosas buenas y con cosas malas.

Las niñas estamos hechas de sentimientos de niñas, de pensamientos de niñas, de ilusiones de niñas. De esas muchísimas cosas que sólo una niña puede entender, comprender, asimilar y aceptar.

Somos niñas, olemos a niñas y siempre, por más que crezcamos, seremos niñas.

La niña del bigote

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