23.11.07

Por tu gran mirada en todo momento

Desde hace nueve años estás conmigo. Mirándome al levantarme todos los días. Mirándome al acostarme todas las noches. Dándome tu mirada. Y aunque no puedas leer ésto, porque probablemente no está en tu idioma, debo decirlo porque lo escribí pensando en tí.

Desde hace nueve años me has dado calor, también alegrías y molestias. Me has acompañado cuando he estado sola entre las cuatro paredes de la casa. Has sido compañera de desayuno, de almuerzo, de cena, de meriendas, de gula, aún sin sentarte conmigo en la mesa.

Este agosto te convertiste en mi compañera de tesis. Pasabas todo el día a mi lado mientras yo tecleaba una y mil veces en el computador. Estuviste durante todas las llamadas, las transcripciones, los desvelos, las lágrimas, las alegrías, las mentadas de madre, el coraje y, finalmente, la felicidad.

Has sido mi fiel acompañante. Mi confidente. La que guarda mis secretos. La que no cuenta mis travesuras, ni mis defectos, ni mis malos hábitos. La que no me juzga (al menos no con palabras que puedo oír). La que siempre tiene una nariz fría para ofrecerme. La que nunca me negaría un beso (con seguridad puedo afirmarlo), la que se acerca sin temores cuando me ve llorando o riendo. La que dormiría en la cama conmigo todas las noches, de poder hacerlo si yo te dejara.

Porque tus ojos y tu mirada me fascinan. Porque eres mi mejor compañía. El mejor regalo que me pudieron dar en la vida. Porque, para mí, eres infinitamente hermosa. Porque amo tus rulos salvajes y tu presencia por la casa, aunque la ropa pague las consecuencias.

Porque me encanta despertar y verte dormir a mi lado. Plácidamente, sumergida en un profundo sueño, como si nada ni nadie pudiese perturbarte. Porque amo verte correr de lado, torcida. Porque amo tu cola, aunque en realidad no tengas. Porque, para expresar gratitud, alegría o felicidad, mueves sin control la mitad de tu cuerpo. Porque te amo incluso cuando apestas.

Samy, porque desde hace nueve años amo tus patitas y uñitas sonando sobre el piso de nuestra casa. La tuya, la mía. Gracias por tu nariz fría en mi cachete. Por tu gran mirada en todo momento.

La niña del bigote

3 comentarios:

Ana Sofía dijo...

Ok, esto tiene que ser lo más adorable que he leido en AÑOS... que hermoso en serio!! me haces añorar a todas las perritas que he tenido y que de alguna una u otra manera se me han ido :(...

De verdad que las mascotas son la cosa mas maravillosa y adorable, junto con la familia y los amigos <3

Bello Cindy y bella Samy! Besos!

Tanyluz Sciortino dijo...

Me encontré con tu blog y menos mal porque me hacía falta sonreir un poquito. Simplemente hermoso.

Saludos.

Paperback Writer dijo...

Una de mis canciones favoritas en todo el universo la escribió Paul McCartney, aun con los Beatles por allá en 1968. El tema se llama "Martha My Dear", y mucha gente la asocia con una simple balada de amor.
En parte lo es, sólo que Martha no era una chica, sino su hermosa mascota, una perra inglesa ovejera.
Si conoces la canción te debe gustar, y si no pues te recomiendo que la escuches... En cualquier momento puedes cambiar el nombre y dedicarsela a quien inspiro tu hermoso texto...

Pd: Gracias por la felicitación :)