1.3.08

Creación. Vol. 2

Ella escucha pasos. Silencio. Algo entra en la cerradura de la puerta. Es la llave. Es él. Cinco de la mañana, como ella había pronosticado. Lo ve parado a contraluz en la entrada del cuarto. Y voltea. Se aproxima sigiloso y acerca su cabeza a la de ella, posándola entre las comisuras de su cuello, ahora cubiertas por su cabello. Suavemente respira un tanto de su aroma. Ella despierta, voltea y se besan.

Se oye el correr del agua en el baño contiguo. Es él. Se ducha para acabar con los rastros de una larga noche de trabajo. Ha llegado a casa. Donde es esperado. En silencio se enfunda en su pijama y, cuidadoso, entra en la cama. La abraza y se besan.

Lentamente comienzan a descubrir el aroma de sus cuerpos, sus longitudes, sus secretos, lo oculto, lo obvio, sus olores propios. Dulce. Saciedad. Su mano en su cadera. Las de ella recorriendo su espalda. Sombras negras que se confunden con la oscuridad de la habitación. Se estilizan hasta ser una sola. Cerrar los ojos. Saber al otro a la distancia de extender la mano, de abrir un ojo, de tomar una bocanada de aire. Se besan.

Y luego, luego de conocer cuerpos, voces y miradas, es hora de dormir, de entregarse al sueño, de dejarse ver en el sueño del otro. El placer aún late en sus cuerpos ardientes mientras, afuera, el día despunta para los demás.


La niña del bigote

1 comentario:

hijo dijo...

pues ese sueño lo han vivido despiertos, vida.
tq