3.12.07

Y...

A ti, aunque hoy estés, y te sienta, lejos.


Anoche soñé contigo. De nuevo. Como hace muchísimas noches atrás.

Soñé que iba a tu encuentro, con el corazón envuelto en ansias, por conocerte, por querer abrazarte. Iba a tu encuentro y viajaba sólo para verte.

Y así llegué. Estabas allí. Parado entre la gente que esperaba por otros. Pero tú, tú esperabas por mí. Yo pude sentirlo. Y caminé hacia . Y, sin haberte visto jamás, te reconocí. Reconocí tu olor, reconocí tu cara, reconocí tus ojos.

Y caminé lentamente hacia donde estabas. Y, con un destello, desapareció todo, todos. Y sólo estabas tú. Y yo. Y tú seguías a mi espera, mientras yo me seguía acercando a , a tu vida.

Y así paré. En seco. Frente a . Y tomé tu mano y la posé suavemente sobre mi cara, para que la sintieras, por primera vez, entrar a tu vida. Y una lágrima se asomó y se aventuró a caer, a caer sobre tu mano. Y, poco a poco, salió una sonrisa y luego otra. En mi cara. En la tuya.

Y sentí que me disculpabas, por lo que hice, por lo que no debí hacer. Y fue tan gratificante. Sentí tu perdón por haberme equivocado, por no haber esperado. Me perdonabas, dejando eso en el pasado.

Y sentí que el viaje hasta valió la pena. Valió la espera. Valió lo malo.

Entonces te miré. Y mis ojos desvistieron a tus ojos, mientras mis manos acariciaban lentamente tu piel perfecta, llena de sabiduría, de experiencia, de otoños. Y eras mío. Te sentí mío. A pesar de que pensé haberte perdido y traspapelado entre los espacios de mi mente, en los rincones más profundos, alejados y solitarios de mi alma, de mi recuerdo, de mi memoria, de mi olvido.

Y allí estabas. Latente. Respirando de mi aire. Y yo deleitada con tu imagen. Con tu ser corpóreo. Ya estabas conmigo, presente, cerca de mí. En mi vida. Eras mío. Tu calor así me lo decía. Tu protección así me lo decía.

Y allí, en medio de mi sueño, oí tu voz. Y decías mi nombre. Como un susurro. Como un susurro viviente, que se hacía espacio en el aire, dejando ecos a su paso hasta mi oído. Y me dijiste que me querías, que esperabas por mí, que esperaste muchos otoños y este invierno por mí. Para verme llegar. Y fui feliz. Y sonreí. Y fuiste mío. Y me sentí tuya.

Y desperté. Y quise volver a dormir para, aunque fuese en sueños, tener un poco de tu persona en mi persona.

Y aún espero la noche para seguir soñando. Para vivir en mi sueño. Para sentirte. Para amarte. Para que me sientas y me ames. Y así estar contigo.


La niña del bigote

4 comentarios:

hijo dijo...

ya te lo dije antes pero...

compro todo copyright de tu obra.

enamorado de tus letras!

Paperback Writer dijo...

Definitivamente lo más hermoso que he leído en este blog. Sencillamente único, inspirador, lleno de esperanza.
Y bue.. el tipo tiene que ser Cerati, si no q envidia pana..

Anónimo dijo...

Uy...aunque adoraría escribir para mi peludo argentinísimo, no se trata de Cerati...

Aunque no sería ni mala idea escribir para él...me llenaría el alma de música bonita...

Paperback Writer dijo...

Then...lucky bastard..whomsoever.. ;-)