27.11.07

Divagando sobre la raza humana # 20 - De la aventura del coñazo

Si algo he aprendido con la poca edad que tengo, es que las relaciones humanas son, en general, muy difíciles de entender y sobrellevar. Más aún aquellas que se tejen entre hombres y mujeres.

Me gusta ver los fracasos amorosos como los golpes. Verán, cuando uno se da un golpe, la primera reacción es decir quinientas mil barbaridades y palabrotas, sin pensarlas realmente. Luego, si el golpe fue muy duro, uno llora sin consuelo, sobretodo si hay una herida que bota sangre.

Hay ciertas relaciones que se superan con puntos y gasas. Esas son las más fuertes. Luego de que los puntos se sacan o se caen, generalmente, viene la fase del morado, que luego se convierte en verde y después en amarillo. Esos son los residuos del coñazo. Si. Hay heridas, por otra parte, que dejan cicatrices que siguen doliendo durante algún tiempo posterior al golpe, dependiendo del clima o de los roces.

Todos caemos. Todos tropezamos y, eventualmente, caemos. Nos damos nuestro golpe o nuestro gran coñazo. Sangramos, maldecimos, lloramos, nos curamos poco a poco, lidiamos con la vergüenza y la pena del morado, verde o amarillo, lidiamos también con las cicatrices, tanto las internas como las externas, esas que nos hacen sentir diferentes. Porque la vida, a su manera, nos ha dado un golpe más.

Es algo así como "la aventura del coñazo", como me gusta llamarle, porque es nuestra aventura, nuestro coñazo, nuestra vida.

Siempre habrá gente alrededor para cuidarnos el efecto del golpe, también estarán aquellos que nos juzgarán por habernos caído, por no haber visto lo que nos haría tropezar, por no haber seguido consejo, por no haber tenido la suficiente cautela o precaución. También estarán los fijones, esos que mirarán el golpe y se irán a hablar, por allí y por allá, de todos los pormenores del asunto, como grandes conocedores del tema. ¡Bah! esos si que no saben un carajo.

La cuestión es que es nuestro coñazo, de dos o de uno, pero nuestro al fin. Sólo nosotros sabemos qué pasó realmente y sólo nosotros aprenderemos a llevar la cara bien en alto, a pesar de todo. Sólo nosotros sabremos cómo lidiar con el golpe, sus efectos y nuestros sentimientos, así como con las cicatrices, visibles o no, que pueda dejar.

Eso si, todos tropezamos, la cosa es levantarse y caminar a pesar de querer cojear. Después de todo, siempre habrá gasa, alcohol y curitas para el "durante". Porque las relaciones y sus fracasos no son más que grandes coñazos.



A la Mari Magenta. Porque sé que tu coñazo, que es mitad magenta y mitad verde, sanará pronto y te hará ser más sabia. Con tu propia aventura tendrás un mapa más dentro de tu carpeta de cosas aprendidas. Pero pequeña, aún nos quedan caídas y mucho más por aprender. Un beso enorme ¿eh? ¡Se te quiere! .

La niña del bigote

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No será ni la primera, ni la última vez.

un abrazo,
Flavio

*.+.*Mari*.+.* dijo...

Y este es el momento cuando yo lloro!!!! (de verdad)

Que hermosa mi niña del bigote!!!!

Gracias por esas palabras, gracias por tomarme en cuenta y gracias por el rato en el Celarg...!!

Un beso magenta tamaño familiar y pronto me verás renovada!!

Anónimo dijo...

Annnggggg