10.7.07

Divagando sobre la raza humana # 9 - Los caballeros y damas del tiempo

Siempre me han gustado los señores mayores, los viejitos pues. Me gustan incluso más que los niños. Es una cuestión de la sabiduría que irradian con tan sólo una mirada. Esa mirada que es sabia en todo momento, esa mirada que te dice que su consejo vale más que mil y un acciones. También me gusta su piel, es arrugadita como una pasa, y generalmente tienen manchas o pecas que te dicen que muchos días han pasado por ellos. Las venas sobresalientes de su manos también es algo que me fascina mirar. Y, en algunos otros, la vestimenta que te recuerda a una época ya muy antigua.

Sin embargo, hace unos cuantos días, me tocó ir a una clínica y durante mi espera vi varias cosas que me hicieron reflexionar. Conclusión a la que llegué: No quisiera llegar a anciana jamás.

Verán, la mayoría de los viejitos que ví, no podían casi caminar, o hablar. Sus miradas estaban perdidas, opacadas por un sentimiento de pesar. Pesar por estar postrados en sillas de ruedas, o con andaderas que los acorralan; o pesar por sentirse una carga para sus familias. Porque hablemos claro, por mucho que querramos a estos seres sabios, a todos nos llega un momento de cansancio. Cansancio durante el cual solemos decir que no es justo, ni para ellos, ni para nosotros, llegar a ese estado. Me refiero al estado de tener que cuidarlos como si fuesen bebés una vez más, mientras ves que el paso del tiempo es implacable.

En varias personas he oído decir que la vida debería ser al revés, es decir, nacer con toda la sabiduría que tienes cuando mueres. Es verdad, al menos eso creo. Me gustaría vivir en un lugar donde los viejitos no sufran, donde no los traten mal, donde les den cariño, paciencia, donde les presten un oído para cuando quieran contar historias mejores que las del Tolkien, historias de guerra, de amor, de tiempos antiguos donde todo era diferente, donde ellos eran diferentes.

¡Extraño tanto a mis abuelos! Sin embargo, recuerdo que cuando era pequeña, era un poco rebelde con ellos, en especial con mi abuela. No me gustaba que me vistiera con vestidos y lazos, con los que parecía una muñeca, pero con los que no podía correr y ensuciarme con gusto. No les tenía paciencia. Cuando uno va creciendo, hay dos opciones: o vas abriendo los ojos o te vas endureciendo. En el primero de los casos, te arrepientes de muchas de las cosas que hiciste en el pasado, porque ya no las puedes corregir por mucho que quieras. Si te endureces, probablemente, en vez de crecer, vas echando para atrás, convirtiéndote en un animal más de esta jungla de concreto.

No quisiera envejecer en una ciudad como esta, en la que tienes que hacer colas de mil años para cobrar la pensión, en la que te tratan mal, en la que no te ayudan a cruzar la calle sino que te lanzan encima el carro. En fin... no quisiera envejecer así. Porque me duele ver la tristeza en las miradas de estos seres tan maravillosos, me duele que la sabiduría y las historias tengan que quedar detrás de la miseria, del saber que son una carga más para sus familias, del saber que ladillan a sus nietos con historias que son más divertidas cuando las juegan en la última cónsola de videojuegos.

Quiero seguir viendo en la calle esas miradas, no las extraviadas, sino esas que te sonríen cuando los tratas como seres dignos del respeto que se merecen. No quiero ser viejita, pero cómo los amo...


La niña del bigote

8 comentarios:

Patzchka dijo...

Ay, Dios, mi niña, este texto pude haberlos escrito yo! AMO a los viejitos, los adoro, me duelen terriblemente. Me duele, como a ti, que los maltraten, que los desprecien, que los subestimen, que los ignoren. Con tantas maravillas que ofrecen, con tantas historias increíbles, con tanto amor, tan puro, tan perfecto... Es como tener un libro parlante, con sus arrugas, su olor a viejito, a sabiduría. Los amo, los amo y quisiera hacer algo por ellos, quisiera que el mundo dejara de ser cruel e ignorante y comenzara a respetar y admirar el valor de estas personas.

Te quiero!

hijo dijo...

decir "me gustan los viejitos", para mi, es igual que decir "me encanta toda la gente blanca" "me agradan los negros ", "odio a los vietnamitas" "adoro a los bolivianos".

generalizar es práctico, pero pocas veces acertado. hay viejitos de esos q describes... pero de que hay bastante viejo coñoemadre rodando por ahi, los hay!

asi como estamos los negros pretenciosos que nos amparamos en siglos de esclavismo para joderle la vida a quien sea, están los viejitos que se colean a empujones en la cola del metro, los que se te recuestan del hombro por arrechos y te miran feo si no les cedes el puesto, en fin, los que creen que se merecen respeto simplemente por tener más arrugas que uno.

Marcos Mendoza Saavedra dijo...

Apoyo la moción de hijo...

hay viejitas que, por el hecho de ser viejitas pueden agarrarme a paraguazos solamente para entrar de primera en el metro...

la estoy buscando... esperando vendetta..

*.+.*Mari*.+.* dijo...

JAJAJAJAJA!! lo siento Muvimeiquer, pero me imaginé lo del paraguas así como una escena de serie de tv gringa y me dio mucha risa... Eso es algo que le pasaría a George el de Seinfeld jaja!!

Y bueh es verdad hay viejitos que suelen ser adorables, pero hay otros que son neciossss y demás... Y otros que pudiendo ser tus abuelos,,, te sadiquean y te dicen cosas como "niña pero que rica" YAC!

Un besito niña bigotona!

Anónimo dijo...

George el de Seinfield xD!!! lol... pero cierto muy cierto no se puede generalizar, sin embargo, yo tambien admiro muchisimo la experiencia pues es el libro que enseña las más útiles lecciones de la vida, y qué mejor que alguien que ya ha recogido tanta sabiduría...

Aún así como has dicho tú misma niña del vello facial "Si te endureces, probablemente, en vez de crecer, vas echando para atrás, convirtiéndote en un animal más de esta jungla de concreto" y esos viejitos q escogieron ese camino en su tiempo, son los que a la final no nos permiten generalizar en el asunto u_u...

Saludos!! =)

Anónimo dijo...

¡Maravilloso texto! Se me arrugó el corazón por el especial cariño que siempre le tuve a mis abuelos, hoy ausentes. Sigue conmoviendo a tus lectores, niña bigotona!

Anónimo dijo...

Tres ancianos he tenido a mi cuidado. Tres de los que me he nutrido, vivido y aprendido. De los abuelos, los conoci viejos ya, los ame viejos ya y no puedo enumerar aqui la cantidad de cosas que hicieron ellos por mi, para mi, demostrando su amor y su fiera defensa de ideales.
Hoy tengo a mi madre... Sin palabras, solo gruesas lagrimas bajan por mi rostro de saber la sangre propia tan triste, abandonada y destruida... y que lamentablemente no lo pueda decir, solo una mirada extraviada y triste y ocasionalmente una pregunta distraida como para corroborar su dolor...
Amemos a NUESTROS viejos primero...
Perdón por esto... muchos perdones

Anónimo dijo...

Querida prima, he leído tarde, pero debo responder, me siento en la necesidad de hacerlo. No se vale que tires la piedra con gusto y zarna, y después pidas perdones, así no funcionan las cosas...

En cuanto a lo ímplicito en tus letras, yo también viví con los viejos mayores, y los amé, y los amo, aún cuando tú pasaste más tiempo con ellos. Pero el hecho de pasar más tiempo con ellos no implica que tu afecto sea más grande o mejor. Igual es MI familia.

En cuanto a tu madre, sólo Dios sabe cómo nos sentimos todos al respecto, creo que no es hora de juzgar a nadie, repito a NADIE. Porque por el hecho de no quejarnos, y de no andar dejando muestras de dolor a nuestro lado, no significa que no sintamos.

Y no pidas perdón por lo que escribes, si no lo sientes de verdad, porque uno no escribe las cosas para luego arrepentirse. Si lo dejaste salir es porque de verdad lo sientes, simple y sencillo como eso.

Yo también tengo muchas cosas atragantadas, porque sólo yo sé cómo se siente mi madre cuando la catalogan de loca, y cuando esperan que fracase, cosa que no hará, porque por loca, por tener coraje y guáramo es que está donde está.

No pediré perdón. A mis recuerdos me remito.