2.4.07

El "birdmen" de la Torre Eiffel

Este fin de semana me contaron acerca de un hombre que hizo historia por inventar un traje para volar, y sobre todo, por atreverse a probarlo. La curiosidad me mataba, así que sin pensarlo dos veces, introduje en Google las palabras mágicas y la información apareció en menos de lo que canta un gallo.

Mi héroe del día de hoy, se llamaba Franz Reichelt, y era de orígen austríaco. Como buen sastre que era, inventó un traje cuya tela y forma, según él, lo ayudarían a volar. El escenario en el que probaría su fantabuloso invento era nada más y nada menos que la Torre Eiffel, y para ello, solicitó los permisos necesarios, los cuales le fueron concedidos sin la aprobación absoluta de los propietarios de la torre, quienes le hicieron firmar un documento que los libraba de toda responsabilidad en caso de que algo saliera mal.

Es así como el 4 de febrero de 1912, Reichelt se aventuró a probar su invento saltando desde la primera planta de la Torre, aproximadamente a 60 metros del suelo. Miles de espectadores presenciaron la caída, la cual fue tan estrepitosa, que dejó un boquete de 25 centímetros de profundidad con la figura del hombre. Lo único "bueno" es que Reichelt no murió a causa del golpe, sino en el transcurso de la caída, durante el cual sufrió un ataque cardíaco.

Después de él, entre 1930 y 1950, murieron hasta 70 de los 72 pioneros que siguieron utilizando diseños de este tipo. Sin embargo, en el año 2005, Santi Corella, Toni López y Álvaro Bultó saltaron al vacío desde 35mil pies de altura, usando unos “trajes ó monos de alas” que recuerdan la vestimenta del sastre austriaco. El objetivo: Cruzar por completo 14,8 Km del Estrecho de Gibraltar que separa a África de Europa. El resultado: un Éxito total. Distancia final recorrida: 20.448 metros. Tiempo de Vuelo: 6 minutos. Velocidad media horizontal: 208 Km/h.


Lo que me lleva a escribir sobre este hombre es que, aunque yo no lo supiera antes, es toda una leyenda, e impulsó a muchos otros a continuar su trabajo. Además inspiró un juego, una obra de teatro y un cortometraje francés donde se narra su vida: “Le Tailleur Autrichien” (el sastre austriaco). Nada mal para un hombre cuyo sueño terminó con la muerte.

La niña del bigote

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