14.2.08

¿Como un par de zapatos?

La gente. Si. A veces.

En algunos casos, uno de los zapatos te queda a la perfección y el otro acaba con tu pie.

Es la simple opinión de una chica de 22 años. Pónganse en sus zapatos y piensen en cómo analiza las cosas. Si. De otra manera.

A su modo de ver, es sencillo y fácil de entender. No siempre se sabe cuáles zapatos son los indicados, ni cuáles serán cómodos. A veces vale la pena el intento, otras es mejor pasar de largo.

Generalmente, uno se mide el par en cuestión. Los camina. Los prueba. Los mira al espejo. Los mira desde arriba. Analiza el precio, el uso que se les podrá dar. Si aprietan, se sueltan un poco las trenzas o se busca un número más grande. Si están muy flojos, se ajustan o se busca un número menor. Y ya.

Sin embargo, hay zapatos que hay que estirar. Hay otros que, a pesar de ser lindos y de hacerse querer con locura y pasión, te sacan ampollas (palabra espantosa, efecto doloroso) y hacen tu vida de cuadritos. Es así. Hay zapatos que son lindísimos pero, simplemente, no sirven para uno. No son lo que uno necesita. No están hechos para uno, ni uno para ellos. Doloroso pero cierto.

Entonces la chica se pregunta: ¿es realmente necesario probarlos para luego descartarlos? ¿vale la pena el esfuerzo, el tiempo, el dolor, el dinero perdido y, como si fuese poco, las ampollas?

Claro, es fácil comprarlos para luego dejarlos tirados en el abandono porque no funcionaron, porque no eran lo que uno buscaba. Es "fácil" continuar tu vida sin ellos. Pero no, en ocasiones no es tan fácil y no se puede abandonar todo tan a la ligera.

Un amigo dice que si vale la pena el esfuerzo porque, aunque en unas se gane y en otras se pierda, lo importante está en el proceso.

Y probablemente tenga razón y sea así. La gente y la vida en general son como los pares de zapatos. En ciertos casos se sobrepasa el dolor y la piel cede, con el tiempo uno se adapta y hace que lo demás, sea lo que sea, se adapte a uno también. Pero otras veces hay que dar la espalda, superar el momento y pasar de ellos.

"Para Forrest la vida es como una caja de chocolates. Para nosotros la gente es como un par de zapatos. Y el resto es historia."


La niña del bigote

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Coño! Hay un parrafo que me recuerda increiblemente a Coixet. ¡Delicioso! y odio tener que decirlo, pero así es.

Paperback Writer dijo...

Uff, cuanta razón tienes...

*.+.*Mari*.+.* dijo...

En lo único que no se parece la vida a unos zapatos es que nunca la vida te va a quedar grande =)

flequillo dijo...

por eso yo no uso tacones..... no van conmigo... al parecer eso tiene que ver con lo que escribes... no voy con los tacones y ellos no van conmigo... aunque hace poco lei que mejoran el desempeño sexual de la mujeres.... (cierro paréntesis)

totalmente acertado este texto ;)

te quiero tonta

por cierto... estás como desaparecida :)

hijo dijo...

cosa mala de ser un zapato:
necesitar del otro para completar el par y no sentirte como perdido bajo la cama.

a
do
ro
te

Ana Sofía dijo...

Ay! esos zapatos de los que hablas, si deseas estirarlos, o llevarlos mientras te ampollan los deditos, uhm bueno, es una cuestión de actitud y también de paciencia, tú sabrás cuanto soportar, pero recuerda que por algo está el dicho "más bruto que un zapato". Un zapato nunca aprende, y pocas veces cambia!

Yo solo puedo decirte de manera muy firme que lo que no sirve se bota. Asi sea un zapato, una bota, una franela, una carta, una foto, una persona o un amor.

Yo solía no hacer ésto, y soporté palos de agua y soporté tempestades y lágrimas y desengaños, y frustraciones, molestias, llamadas, lloriqueos y arrecheras... hasta que un buen dia dije "A la mierda!" y por el bajante millones de vainas fueron a parar. Hice dos llamdas telefónicas,maldije un par de veces y al carajo. Y allí en el carajo viejo están todas esas cosas, y permanecerán por siempre.

Un beso grande, grandote, como tu corazón.

:)