4.9.07

Pequeñas cosas que aprendo en el camino

Estos días he estado alejada de aquí. No es una elección, es que no tengo alternativa. Es por una buena causa: poder alcanzar mi toga y mi birrete en el mes de enero. Resulta que en este tiempo me he divertido como nunca porque he estado haciendo mi tesis. No diré que no he llorado de la desesperación algunas veces, pero, mi tema me apasiona y cada vez lo amo más. Aunque la gente se empeñe en descalificar a los graffiteros, y en catalogar su trabajo como esto o aquello, las entrevistas que he conseguido han cambiado mi percepción, aún más. Por eso hoy vengo a dejar parte de lo que he conseguido, porque si al menos alguien cambia de idea también, seré aún más feliz.

Esta entrevista es de SENK, quien raya Caracas como parte del Crew CMS. Podrá sonar estúpido, pero la visión de este chico me cambió la forma de ver algunas cosas.

“El graffiiti no es pintar nada más, es algo más, mucho más. La menor parte del tiempo uno la emplea pintando, porque uno hace la bomba en cuatro minutos. El graffiti es sentimiento, no en el sentido cursi. Yo pinto graffiti por adrenalina, por satisfacción, obvio que también por el placer de pintar. Lo hago por imponerme retos, auto superación, demostración conmigo mismo, con los demás. Probar mi inteligencia. Es uno contra todo un sistema de seguridad que tiene años establecido, buscándole y explotándole las fallas.

Uno busca lo divertido del graffiti. Se trata también de la búsqueda. Ves, por ejemplo, una valla arriba de un edificio. Deseas la valla, es así, es un problema de deseo posesivo y compulsivo duro. Luego, te preguntas cómo carajo llegas ahí, y es cuando empiezas a creerte un ninja. Después, actúas como tal, a un nivel de profesionalismo que asusta. Y dejas de ver el edificio como un sitio donde viven las personas. Lo ves como un reto, le buscas las fallas, por dónde escalar, si le llegas por fuera o por dentro del edificio y cómo carajo haces para entrar.

Puedes pasar días frecuentando el edificio, entrando, viendo los horarios de guardia de los vigilantes. Subes a la azotea y ves que tiene candado. Eso es otro problema que se le suma. La reja tiene un candado en la azotea. Tienes que entrar y romper esa reja con una segueta y ya cuando violaste esos obstáculos, por supuesto siempre en silencio y moviéndote por las sombritas, es que empiezas a pintar algo en lo que quizás tardes, máximo, diez minutos. Algo que boceteaste en tu casa en un ratito.

Esto es muchísimo más complejo que poner tu nombre. Para serte sincero vivimos una especie de odisea de James Bond, pero de verdad. Eso es lo excitante de todo. Claro lo exagero, pero es que, para que entiendas lo que nos mueve a hacer las vainas, tienes que entender lo que sentimos haciéndolas. Uno se tiene que tomar el peo en serio si no quiere pasar una noche preso o presentándote en tribunales o siendo golpeado.

Estamos concientes de que el graffiti implica vandalismo y eso nos convierte en vándalos. Existen escritores que creen que el carácter ilegal es parte de la motivación y es que ahí está la adrenalina, el jugo. Yo estoy consiente de que soy vándalo, destruyo propiedad privada y pública, pero todo radica en la forma en que concibas las vainas. Yo como escritor de graffiti no lo concibo como algo malo. Para los árabes es normal que las mujeres estén todas tapadas, para nosotros no lo es. Todo es, en parte, un peo de percepción.

Yo considero que existen cosas mas dañinas que lo que yo hago, o que deberían ser ilegales y que moralmente son más aceptadas. Pero nosotros consideramos que el campo visual es libre, es de quien llegue y lo tome. Yo considero que el campo visual nos tiene que pertenecer a todos para ser libres de actuar a placer en ellos, porque estamos obligados a verlo, es todo lo que nos rodea y nadie me pregunta si quiero ver ese edifico verde o esa santamaria azul.

Yo pienso que las personas tienen derecho a decidir dentro de sus espacios. Nadie te pregunta si te gustan las cosas tal cual están en tu ciudad o si me parece que los colores del Metro de Caracas son como la bandera gay. A mi nadie me pidió permiso, por ejemplo, y esos son casos sencillos, pero hay unos más evidentes. Como las publicidades con mujeres semi desnudas vendiéndote licor, cuando por alcoholismo es que mueren más personas en accidentes anualmente y cuando eso puede resultar más ofensivo que mi nombre. Es sólo que algunas cosas están aprobadas por el sistema y otras no.

Por eso no pedimos permiso, porque yo quiero ver MI ciudad así y si tú quieres ver tú ciudad a tu manera, sal y tómala. Es más, yo la pinto por que la quiero."

La niña del bigote

4 comentarios:

Marcos Mendoza Saavedra dijo...

Stick it to the man!!!!

Porque cada quien es libre. Porque cada quien elige su camino, su visión, su filosofía.

Porque es mejor ser uno mismo que otro más del montón...

Loviu

Paperback Writer dijo...

Interesante el planetamiento del pana grafitero. Este tipo de arte siempre me ha llamado la atención y me parece que los que se dedican de manera seria, logran cosas dignas de ser aplaudidas.
Sin embargo, todo debe tener sus límites.
Por ejemplo, si yo me he reventado durante toda mi vida para tener mi casa, o apartamento, y quiero que sus paredes sean blancas, verdes, amarillas, ¿por qué tengo que aceptar que venga alguien de manera arbitraria a "plasmar su arte", para calmar su necesidad de sentirse como un James Bond criollo?
Creo que hay lugares para el graffiti. Y el graffiti debe contribuir, no destruir. Nadie podrá negarme que sí existen grafiteros ociosos que disfrutan con el simple hecho de ser "vándalos".
Al igual que todo el mundo, yo también hago cosas que disfruto muchísimo, cosas por las que muero. Pero las hago sin perjudicar a los demás.
No quiero ser el malo, ni sonar como si odiara a los grafiteros, pero al igual que el entrevistado, defiendo mi punto de vista.
Sé tu mismo, disfruta lo que hagas, pero no jodas al otro.

Flavio dijo...

Tremendo testimonio!

Anónimo dijo...

Paperback...

Apoyo mucho lo que tú dices...de hecho, los chicos que he entrevistado, los de este crew, no rayan casas ni zonas residenciales ni edificios, a menos que tengan permiso de los dueños...

Pero claro, ellos no son los únicos graffers de Caracas, muchos no apelan a este mismo sentido del respeto por lo ajeno.

Esa parte de la entrevista no la puse, porque ya es lo suficientemente largo. Pero no rayan propiedades así tan arbitrariamente, al menos no las privadas.

Ahora, por aclarar el punto, la mayoría de ellos no ven el graffiti como arte...lo ven como una expresión, como un movimiento, como un estilo de vida, cualquier cosa menos arte...porque dicen que el arte se puede vender y su trabajo no... Sólo un punto que me parecía importante tocar...

Muchísimas gracias por seguir siendo lector fiel del Quete...es muy fino encontrar comentarios de visitantes asiduos... :)

Un besito-....