12.7.07

Cosas que pasan...

Ayer en la noche fui al cine con mi querida Flequillo, su hermana y el Muvi. Como a todo el que sale conmigo en estos días, le dije a Flequillo que le advirtiera a su hermana que tomara las cosas con calma, que se relajara cuando se montara en el carro, pues hay una novata al volante y de paso es mujer, una más en las inmensidades del zoológico automotor y peatonal que es Caracas.

Como cuentos van y cuentos vienen cuando uno se reúne con amigos, rememoramos varias aventuras de lo que ha sido nuestro paso por el volante. Cosas que suelen ocurrir(me) cuando se es principiante. Por ejemplo: el rememorable viaje interestelar que significa aprender a manejar un carro sincrónico. Para muchos, una pesadilla. Se trata de esas tareas en las que debes estar pendiente de las mil cosas que hay en la misma calle y de la palanca de velocidades y de los espejos. Generalmente, por la suerte de principiante, el primer intento suele ser favorable. El carro no se apaga, puede que haya sustos inesperados que hagan hundir el freno, pero más allá de eso, la primera vez siempre suele salir ok. El problema se presenta en los usos consiguientes. Es probable que, después de un largo viaje, sin problemas y sin estrés, a un centro comercial, cuando te pares a esperar que la máquina te dé el ticket de estacionamiento, se te apague el carro. Créanme no es improbable, para nada.

Otro ejemplo: el imprescindible susto de la primera vez que toca estar con el carro en una subida, así sea de tan sólo tres grados. Carro sincrónico es sinónimo de irse para atrás, cosa que para un principiante significa sudar la gota gorda. Y, como si fuera poco, los queridos conductores de Caracas aman besarte el trasero del carro, es decir, suelen pegarse tanto que incluso pueden oir la conversación que llevas con tu copiloto. Si tienes mucha suerte, o una rapidez envidiable en tus extremidades inferiores, el carro logrará subir sin apagarse producto del ahogamiento, y sin retrocesos mayores a algunos pocos centímetros. De todos modos, si el carro se apaga en subida, puedes poner freno de mano, prender el carro, ir acelerando poco a poco y soltando el freno de mano, pero puede suceder que: a) aceleres mucho y te claves contra el carro de adelante, b) si aceleras poco, el carro se apague de nuevo por falta de fuerza, c) tengas que repetir el proceso una y otra vez hasta lograr avanzar.

El último ejemplo del día, lo que es bueno si lo hacemos nosotros, pero malo si lo aplican contra nosotros. Cosas como: Amamos tocar la corneta, pero odiamos que el de atrás nos toque corneta a nosotros. Apuramos al que arranca tarde en un semáforo, pero no nos gusta que nos hagan eso a nosotros. Nos metemos y cruzamos y vamos y venimos por la vía del otro, que sea ese otro el que frene y nos dé paso, pero ¿nosotros? no, ni de vaina la damos paso, que se espere. Nos pegamos al que va lento en la autopista para hacerlo ir más rápido, obvio, si nos aplican la misma, le nombramos a la generación entera. Y así, una larga cadena de etcéteras y puntos suspensivos.

El pelear con las adversidades propias del junglar caraqueño no es tarea fácil. Ayer oí que hay personas que no manejan en Caracas, y que admiran a las que si lo hacen, cosa que es punto a nuestro favor. Pero como dice mi madre, "cuando se maneja en Caracas, hay que tener ojos hasta en el trasero, asi vaya pegado del asiento", nada es improbable, nada es imposible. De hecho, Caracas es la ciudad donde todo es posible, tal cual como lo es el país en general.

Camioneteros, motorizados y mototaxistas (no, no son lo mismo), peatones imprudentes, viejitas y viejitos ciegos (o hijos de sus madres), mujeres al volante (incluida yo en el lote), pavitos piqueros y descerebrados y/o los que van dormidos, son algunas de las especies comunes en este zoológico. Lo importante como decía Yami, es que el carro esté asegurado, el resto es historia. En fin, cosas que pasan.

La niña del bigote

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos chicuelas,

Yo culpo principalmente de la forma en que manejo (y manejamos los caraqueños) a aquello que nos hace tan criollos, aquello que nos hace decir: "Que se joda él, yo voy primero". Me he dado cuenta luego de los pocos años que tengo manejando de que TODOS somos así, desde el motorizado que pasa entre los carros (que para los menos conocedores, está prohibido por la ley) hasta el siempre bien ponderado cabron que se mete por el canal contrario para pasarse por alto una cola de miles de almas que quieren llegar tan rápido como él pero que aún así, respetan las leyes. Somos así, lamentablemente la única ley reinante aquí es la de "yo soy más que tu" y es esa misma ley la que nos hace a todos como grupo menos que muchos otros. Es cierto que Venezuela es pueblo sin ley y por eso muchos nos aprovechamos de las circunstancias, pero también es cierto que es pueblo sin ley no porque no haya quien la aplique sino porque no hay quien las siga.

Es mi humilde opinión, mátense respondiéndome... ;-)

Salut!

Patzchka dijo...

Bueno, mi niña, yo lo resumiría así: inconsciencia.
Es cierto que manejar en Caracas es un acto heróico, porque no hemos aprendido a pensar en el otro.
Suerte con tu sincrónico (yo amo los carros sincrónicos, de hecho nunca he manejado automáticos!) y las subidas ;)
Beso!